¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


sábado, 6 de marzo de 2010

Calles Nazarenas de Salamanca XIV: Calle de Domínguez Berrueta


Calle callada en la que el recogido silencio franciscano se respira a inmensas bocanadas para tranquilidad del alma. 
Gruesos paredones arropan al nazareno que, en salida o recogida, la enfila satisfecho. Orgulloso de darse en su día, el día cofrade, y la recorre como una más agarrado a su cirio, asido a su fe. Pero el amparo del santo sencillo, el amante de dóciles fieras, le llena el alma sin siquiera saberlo y, de forma inocente, se enorgullece de ser lo que es: Nazareno.
Aún resuenan entre sus aires los olés salidos de cientos de gargantas en el viejo coso taurino. Olés que se quedaron anclados a piedras y huecos para surgir como nuevos cada Semana Santa y acompañar al mismo Dios en paseo triunfal por la ciudad. Pero Él ya viene cansado de caminar, de ser fiel a su destino de hombre. Y con divina paciencia, deja que sea uno de los suyos el que le traicione, el que le prenda cobardemente. Pero todo está escrito. Dies illae.
El hijo de Dios será asomado al balcón que se abre a la calle, cetro en mano, para escarnio del pueblo. Y alineados contra los muros, hombres y niños esperan su paso. Escarnecido y humillado se ofrece como cordero pascual y recorrerá la calle, las calles, clámide al viento, en falsa majestad humana camino del calvario para mostrar a quienes allí están, la verdadera Majestad. Dies irae.
Las almas se ahuecan y encogen a su paso. Las gentes se humillan ante Él sabiéndose traidores y el santo de los pajarillos mira sorprendido. Porque él lo sabe. Él sabe que aún no todo está consumado. Que llegará el día en que el radiante sol quede ensombrecido por la luz de la Gloria. El que murió ha resucitado y recorre la calle para anunciar, para anunciarse, para que el pueblo incrédulo se atreva a meter los dedos en la llaga y crea. Para decir al mundo que es ahora cuando comienza la vida y abrir un ciclo que nunca se cerrará. Y resonarán olés centenarios y trinarán pajarillos sobre San Francisco en esta calle callada escoltada por paredones.

2 comentarios:

Lucano dijo...

Paseíllo donde tomaron, toman y tomarán la alternativa muchos nazarenos, cobijados por tendidos expectantes, con el Alter Christus de padrino y Salamanca entera de testigo silencioso y cálido. Berrueta: sin burladeros, sin miedos, con Dios.

Félix dijo...

Colores toreros. Nazareno y oro, Azul Inmaculado y plata, Catafalco, Azabache... y la fe como única arma. Haced el paseillo con orgullo torero. Orgullo nazareno.
Cordialmente,
Félix