Eres calle de paso. Calle de enlace para entradas y salidas. Calle de encuentros y de saludos cofrades. Calle de Domingo de Ramos, repleta de gentes que huelen a nuevo. Estrenos de cada año para celebrar la Pascua con días de adelanto.
Te veo casi a diario, pero sólo te haces presente cuando te conviertes en via de entrada a Jerusalen. Cuando la borriquilla te recorre al amparo de sus niños cofrades para completar el camino hacia el resto de la Semana.
Estrenos para guardar pies y manos. Pies que se gastarán en las demás calles nazarenas luciendo el orgullo del cristiano. Manos con las que poder sujetar la palma que le rendirá homenaje en su entrada triunfal. Estrenos de infantes que te pisan por primera vez mostrando ufanos su sonrisa a los que poblamos las aceras. Primera vez que será el inicio de una vida cofrade. Que se hará eterna en el paso de los años. Y volverán a pisarte mientras soportan el peso, sagrado peso, de Cristo en su Pasión. Flagelado, Presentado, Sumiso, Agónico y Muerto en su cruz.
Eres la calle en la que el encuentro de Dios consigo mismo, atado de manos y soportando el peso del madero, se manifiesta al pueblo. Las gentes, en sobrio alborozo, agracederán esta unión, esta reunión. Y los aplausos romperán el silencio poético de tu noche, calle de Quintana.
Sigue oliendo a estreno cuando la Semana termina. Siguen las gentes luciendo galas dominicales para recibir, ahora sí con alegría no reprimida, a Jesús Resucitado. Te engalanas y abres al paso de la Majestad sabiendo que es tu último día. Que deberás esperar un nuevo ciclo para volver a hacerte presente entre las gentes de Salamanca.
Y mientras, volverás a ser calle de paso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario