¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


viernes, 18 de julio de 2014

En un año

¡No!
No olvidé que hace un par de días volvía a concelebrar el aniversario de mi padre. No olvidé que hace un par de días la Virgen Marinera salió de su cobijo para pasear calles, ríos y puertos. No olvidé, en fecha tan señalada, a aquellas cármenes que en algún momento formaron parte de nuestras vidas, recordando con ello a una Berrendita cada vez más abandonada, que no olvidada, y a esa abuela a quien ella siempre rinde homenaje como sólo ella sabe.

¡No! ¡No lo olvidé! ¡Lo que olvidé fue dejarlo patente en este folio inmaterial!

Y es que estos últimos meses anduvo mi cana en tanto menester que no he tenido ni un momento para dejar constancia en este cuaderno del que hace tiempo perdí el candado. Porque desde ya tanto que sólo puedo entreverlo en la tiniebla de la memoria, anduve inmerso en actividades varias en tal cantidad que llegué a olvidar la obligación de renovar, al menos de vez en cuando ya que no con periodicidad, los contenidos de estas páginas.



Por vez primera desde hace tanto que casi ni lo recuerdo, he vuelto aquí para trabajar.

De un año acá le fui infiel a esta bitácora, cambiándola por la rutinaria obligación de dedicar mis palabras a aquellos desconocidos que quisieran acercarse cada miércoles a esa SalamancaRTV que explotó en la prensa virtual de la ciudad con la enérgica intención de hacerse con el mejor de los huecos. Dediqué mis miércoles a hacer allí lo que aprendí a hacer aquí: malcontar lo que se me pasa por la cana, que allá quedó tímidamente oculta para no significarse. Así, mi cana destilaba lo que yo firmaría después, obligándola a permanecer en el anonimato. Pero nunca fui fiel a la rutina calendaria y tuve que exprimir más de la cuenta mi escaso seso para poder llegar a tiempo cada semana de las que anduve por allí.



Ahora, dándome un tiempo de respiro obligado por los quehaceres que me impone un trabajo cada día más prosaico, dejo que sean otros los que se expresen en aquella prensa virtual y vuelvo por aquí para intentar no perder el contacto con lo que un día fue casi rutina y ahora, mucho más reposado, mantengo como elixir de ánimo. No sé si dejaré pasar otros doce meses, pero de lo que estoy seguro es de que nunca perderé el contacto con esta cara visible de una cana que sujeta al alma.