¡No, no y no! Me niego a consentir que esta vida de orden y trabajo que ahora domina mi cana sea disculpa para no poner nada en este diario.
No quiero que la aparente desidia que se refleja en la falta de continuidad en mis comentarios se haga firme y debilite esta cana ya de por sí sutilmente delicada. No.
Pero, aunque no quiera, las tareas de diario hace tiempo que comenzaron a hacer montón, ocultándose unas a otras en la maraña, y me veo obligado a realizar un desmonte cada día más agobiante para este espíritu malacostumbrado, ocioso de nacimiento y disperso en lo que a la constancia laboral se refiere. Porque, y no digo que no me guste mi trabajo, jamás me gustó trabajar. Esencia adánica que mantienen mis genes en herencia de aquél que siempre se me dijo como el "primer padre" y que, aunque se le torcieran los destinos, jamás se llegó a acostumbrar a las tareas laborales que marcaron su vida. Eso es lo que me pasa.
Horarios, rutina, esfuerzos, agobios,... y sudores. El sudor de la frente para ganarse el pan.
Y, como me niego a sorber el caldo que rebosa esta taza, pues van y me buscan otra con más líquido. Como no tengo suficiente con lo mío, hay quienes me proponen ampliar mi vida para dejarla en los entresijos del poder cofrade. Hay quienes me postulan como presidenciable llegando incluso a darle curso en prensa, que es curso legal, aunque ni una sola palabra haya salido por mi boca. Pues han sido mis silencios los que me han llevado a recorrer esas calles cofrades que casi se me fueron de las manos y que hicieron a muchos topar con esta cana que llevo en mi alma.
Por fin mis tripas anímicas han conseguido digerir todo aquello. Poco a poco, lenta y continuadamente, todo lo que engullí ha ido desapareciendo, dejando libres los entresijos de mi alma. Y ahora, cuando el vacío hace que los rugidos comiencen a ser audibles por quienes me rodean, con las aguas ocupando el cauce que siempre tuvieron, quiero volver a mis días de calmas chichas y ausencias cofrades. Quiero charlas con amigos alrededor de un café en las que poner orden teórico en el caos práctico que nos invade. Quiero disfrutar de tiempos perdidos, que no por ello mejores. Quiero mis lunes al sol. Quiero elegir y equivocarme.
¿Podré?