Fuiste la Rúa Nueva del medievo. Calle principal de la Helmántica romana. Paso inevitable del norte al sur, camino de propios y extraños. Calle repleta de una sabiduría que, almacenada entre tus muros centenarios, cada Martes Santo dejas salir mientras abres tus puertas al paso de la Luz. Para dejarnos entrar y, revestidos de doctoral, unir palabra y oración en tu dintel. Silencio de cruces bajo la protectora mirada del más querido de los agustinos que en Salamanca vivieron. Silencio cofrade en comunión. Cruz y luz.
Siglos acumulando el poso de imágenes y el paso de fieles. Paso en amaneceres que se subliman junto al incienso que, en vaharadas, envuelve a la Historia. "¡Los jóvenes a los Azotes! ¡Los viejos al Sepulcro!" Cuántas veces han resonado en mi alma estas frases. Cuántas veces he vivido el paso de los pasos por el claustro del Alma Mater. Y, al final, siempre, el Cristo se me queda fuera, esperando, resignado. Cuántas veces echo de menos lo que nunca conocí.
Calle de los Libreros en la que el recogimiento de tus muros hace que la Pasión sea más apasionada. Porque en tus portales, al paso del Cordero, sólo se escucha el silencio. Silencio nazareno en íntima oración. Capas negras y cera enhiesta. Eminencia en sublime virtud acompañando al que sufre azotes. Luz dorada en la noche infinita.
4 comentarios:
Creo que muchos echamos de menos lo que no conocimos. Algún día... ¿por qué no?
Poco a poco, ¿por qué no?, Lucano. Pero antes hay que arreglar otras cosas...
Cordialmente,
Félix
Yo he procesionado por la calle Libreros con Nuestra Señora de la Soledad, además la primera vez que la cargue. Calle que te invita a reflexionar y encontrarte.
Tiempos pasados, ¿eh, Jose? Eso es lo que echo de menos.
Creo que es una calle nazarena por excelencia y que al recorrerla en silencio, en nosotros mismos, el ambiente se hace especial y Libreros se ancla al alma para siempre.
Cordialmente,
Félix
Publicar un comentario