¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


lunes, 17 de agosto de 2009

Mi cana en una maleta (8)

DÍA 8: DESCANSO
Hoy es domingo, el día del Señor.

He decidido darme un descanso dentro del descanso de todos los días.

Parece que nadie se ha percatado y todos funcionamos como hicimos ayer o como haremos mañana. Porque aquí todos los días son iguales. Tan iguales que hacen que uno pierda el sentido del calendario y olvide el día en el que vive. De eso se trata ¿no?

La misma rutina, comenzada hace ya una semana, es la que nos domina. Sin madrugones, sin sobresaltos, sin despertador que nos diga que hay que asomarse al mundo para producir. Porque aquí, al sur de la vida, todos los días se desperezan siendo domingo, aunque nadie celebre la fiesta. Nada especial que nos recuerde que en este día finaliza ese ritmo hebdomadario que nos gobierna durante el resto de nuestro año.

Al final esto se convierte en un lugar atemporal en el que el ritmo no se altera a pesar de cumplirse el ciclo. Y eso sólo lo sabemos los que estamos aquí, en este aislamiento voluntario que nos envuelve con esta misma misión: hacer que el tiempo pase por nosotros sin que apenas podamos apreciarlo.

Playa y lectura, como si de un martes cualquiera se tratase. No he notado cambio en mi repulsión por la arena ni por el agua salada. He seguido junto a Hernando, que ahora se dice llamar Ibn Hamid, en sus correrías por las Alpujarras en defensa del Islam, a pesar de que ninguno de los dos estemos convencidos. Pero al menos él sabe en el día en el que vive y honra al Señor como le han enseñado. Como Éste se merece.

Hoy es domingo, aunque haya pasado desapercibido.

Será por eso que hoy ando sin saber qué decir.

Será porque no ha habido nada nuevo que decir.

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