¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


lunes, 10 de agosto de 2009

Mi cana en una maleta (1)

A.S.
Esta quisiera ser la crónica de un sueño. De unos días en los que, lejos de todo lo que me exaspera durante mi día a día, la tranquilidad de los mares del sur, de ese Atlántico gaditano que nos tiene enamorados desde que nos conocimos, haga que se renueve el vigor de mi cana. Y quiero dejar constancia aquí, por escrito, para mí y para quien quiera acercarse por aquí. Pero sobre todo, lo que quiero es no dejar que las sensaciones se pierdan en mi olvido; poder acercarme a ellas cuando todo haya pasado y volver a disfrutar los momentos como si aún estuviese allí.
(Esta crónica, de un primer día de novedades recuperadas, debió ser puesta aquí, en la red universal, en su momento, pero la propia red no quiso que eso fuese así y, seguro que para obligarme a descansar tras la jornada de automóvil, no me permitió conectarme en el momento en que todo estaba fresco por recién recogido).

DIA 1: LA PARTIDA
Llegó el momento. He cogido mi cana, que es mi vida, y la he metido con todo lo mío en el hatillo para llevarla hasta el confín de la Tierra. Bueno, dos cosas: la primera, el hatillo va en la maleta, para no parecer un buscavidas en el camino; la segunda, que para mí, el confín de la Tierra está allí donde Hércules fue capaz de separar los continentes, en una tierra en la que el aire, siempre con aromas a marisma salada, inunda los sentidos y me hace desplazar hasta donde los sentidos pierden la normalidad y se imbuyen de esa tranquilidad siempre buscada en el deseo.

Sí. Espero poder contarme, desde hoy y hasta su final, este periplo por el Mundo Sur, por las tierras donde la Alegría se une al Tanguillo para formar un todo único e inigualable.

Dejamos la tierra fría, con su cielo plagado de nubes, para recorrer el camino que nos llevaría hasta la misma base del arco iris. Y, ya desde el comienzo, todo se aliaba con nosotros para hacer realidad lo que hasta ese momento no había pasado de simple deseo esperanzado. La neblina nos despedía desde el mismo palacio de los Duques de Béjar y dejaba paso a un sol radiante que sería nuestro compañero el resto del camino.

Cierto es que los primeros pasos sólo destacarán por esas sensaciones íntimas que nos decían que cada vez estábamos más cerca de lo ansiado. Pero, en verdad, el primer momento en que nos sentimos ya fuera de lo nuestro (o en lo nuestro, que nunca se sabe), fue cuando, en el primer alto, tras apenas dos horas desde la partida, aún lejos de la meta, nadie se sorprendía cuando, para acompañar al primer café, pedí: -una entera de jamón con tomate-; y nadie puso cara de extrañeza, pues ya por el alto de Mirabel, aún en la cabeza de Extremadura, todos saben que las tostadas pueden ser enteras o medias y que pueden ir acompañadas de infinidad de rellenos que alegrarán el alma de quienes las degustan. Desde este mismo momento, éramos capaces de oler aromas que, con el avance en kilómetros, irían creciendo en intensidad llegando a llenarnos sin que fuéramos conscientes.

Así hasta la ciudad del Betis. Así hasta que el Giraldillo se acercó para saludarnos a nuestro paso por La Algaba. Que hasta allí quiso llegarse para recibirnos. Y no nos dejó ni un momento mientras caminábamos por unas calles que, no por conocidas, se nos hacían nuevas como siempre. Sé que quiso que la Reina de Triana hubiera estado para saludarnos, pero en estos días, cuando la Pasión está tan lejana, Ella también merece un descanso y, quizá por eso, se encontraba fuera de cobertura. Estaría también de vacaciones.

-¡No preocuparse!- Nos dijo el Giraldillo mientras nos acompañaba al lugar al que sabía queríamos ir para aliviar nuestros estómagos.

-Sabía que como en "Casa Robles" en ningún sitio, y os he reservado ese comedorcito (la Sacristía, creo que le llaman) en el que estaréis como en la gloria- nos decía mientras pasábamos junto a su propia casa, cada día más reluciente y majestuosa.

¡Uf! ¡Qué maravilla!

No voy a hacer relación del surtido gastronómico, pues no es cuestión ahora, a toro pasado, pero no puedo por menos de hablar, para recordarlo en su día, de esas ortiguillas de Chipiona que me hicieron paladear la mismita espuma de las aguas marinas, desde las marismas rocieras hasta las salinas que acompañaron al mismísimo Camarón, ya en el mismo momento en que atravesaron el umbral de mi boca. Ambrosía propia de dioses que, por otro lado, es lo que éramos nosotros en esos momentos.

Fue corta pero intensa. Sevilla no quería dejarnos marchar y, para ello, lo tenía todo dispuesto. Había preparado una tarde en la que una suave brisa disipaba un calor que hubiéramos supuesto agobiador; los gentíos de otras veces eran hoy relajado paseo por calles que fueron camino de la Reina de Triana. Andén del Ayuntamiento, Zaragoza, Puerta de Triana, Reyes Católicos... Pero la ciudad sabía que no podía ser y nos despedía mediada la tarde, consciente de que nuestro destino estaba, esta vez, más abajo, más al sur, junto a la orilla del mar inmenso en playas de fina arena blanca y verde, como nuestros sentidos.

Termino la crónica de esta primera jornada, pues sólo resta dejar para el recuerdo una noche estrellada como sólo las de aquí saben mostrarse. Una noche en la que la brisa nos dejaba adivinar esa inmensidad azul que nos aguarda, sabedora de que le somos fieles y que, como los novios distantes, nos vemos al menos una vez por año. Un océano inmenso que nos recibe tras un año de espera, pero que sabe que tendrá que pasar la noche para la primera de las uniones. Pero eso ya es mañana, así que... dejémoslo por el momento, que mañana será otro día.

Descansemos arrullados por su murmullo.

5 comentarios:

THE DREAMER dijo...

Disfrutarlas que son merecidas.
Saludos.

sentimientos y locuras dijo...

JOoooooooooooooooo como suena de bien. Y nos vamos a poder enterar de todas tus hazañas y descansos....

Buffffff esto pinta bien. jeje
Disfrutarlas.

beatriz dijo...

Vaya debut de vacaciones, el año que viene me haceis un hueco en la maleta. Aunque si por contrato hay que comer ortiguillas....no sé, no sé
B

Félix dijo...

Gracias, Carlos. A algunos os echamos de menos, pero esto viene bien para dejar en el olvido a otros muchos que durante el año no tenemos más remedio que tener presentes.

Jose, sonar...suena, pero no veas cómo es en directo. Gracias.

¿Qué tienes en contra de las ortiguillas?, Beatriz. Son un verdadero manjar y, sí, si quieres hueco en la maleta para la próxima vez, el bautizo las lleva aparejadas. Aunque, por otro lado, tampoco estuvo mal el inicio de las del año pasado, disfrutando en el Puerto de otros manjares tan buenos o mejores. ¿Recuerdas?

Cordialmente,
Félix

marta-fuckingdivas dijo...

Hotel,dulce hotel...
de verdad que ratitos mas buenos me he pasado yo por ayí.

M.