No. No creo que mi cana sea capaz de echar el tranco a este diario siquiera por unos días, pero hoy es el último, el que cierra un ciclo. Se cumple mi última jornada laboral de este curso, considerando que éste va de septiembre a julio y que cada mes de agosto se lo robo al calendario escolar para hacer con él lo que se me venga en gana. Así todos los años. Carpetazo a once meses de alumnos, clases, gestiones, investigaciones, compañeros, enemigos, teorías y papeles y puertas abiertas a un verano deseado desde el mismo momento en que terminó el anterior.
A partir de mañana volveré a retomar lo que dejé aparcado el último día del agosto último y dedicaré mis días al ocio, a la recuperación física y neuronal, a las cañitas y sus tapas, a recorrer las calles sin cartera en la mano, a ver pasar los días sin prisa. A partir de mañana llenaré la maleta de las ilusiones que fui dejando para tiempos mejores, fotografiaré las puestas de sol marismeñas, pasearé iglesias y conventos para absorber la quieta frescura acumulada entre muros seculares, pisaré arenas a mi pesar y respiraré aromas de Levante traídos allende la mar océana. Y, entre camisas y pantalones, al resguardo de golpes y aplastamientos, meteré mi cana; esta cana que se me creció en el alma y que no soy capaz de dejar al cuidado de nadie. Quizá no llegue a sacarla de la maleta. Quizá tenga que dejarla en la oscuridad protectora de un equipaje que nunca se deshará del todo. Quizá no pueda convertirse en pregonera de vistas y visiones, pero, por si acaso, estará preparada para empapar hechos y dichos como si fuese esponja vital. Mi esponja vital.
Serán días de feliz ajetreo, de gustosa desocupación, cambiando la seca atmósfera mesetaria de este septentrión que me retiene a mi pesar (... a veces es bonito mentirse a uno mismo...) por la frescura de un sur que hace ya tanto que me atrapó que no soy capaz de ponerle fecha.
A partir de mañana comenzará un nuevo ciclo, corto en su larga intermitencia pero recuperable en sus esencias, que me obliga gustosamente a cambiar la forma de ver la vida. Un corto periodo para atender a una cana cada día más desatendida. Para lamer las pequeñas heridas que me hizo la vida. Para olvidar tareas y asuntos. Para cerrar por vacaciones.
4 comentarios:
A pasarlo muy muy bien... Disfrutar!!!
Disfrutaré, Jose, aunque sólo sea desconectando de lo que me ata el resto del año.
Cordialmente,
Félix
Disfruta del Sur y del cierre, pero que no sea del todo, pues siempre gusta leer tus relatos vacacionales. Un abrazo.
Disfrutaré, Lucano, no te quepa duda y a partir de mañana, si nada lo impide, intentaré haceros partícipes de mis relatos. Gracias por gustarlos.
Cordialmente,
Félix
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