¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


domingo, 3 de enero de 2010

Concierto de Navidad

Desde ese exilio autoimpuesto que me ha tenido fuera de sitio los últimos meses, fui incapaz de verter aquí mi opinión sobre una de las escasas noticias que ha generado la sin par Junta de Cofradías, Hermandades y Congregaciones de Semana Santa de Salamanca. No fue por falta de ganas, bien lo sé, pero me obcequé en un compromiso tan tonto como estéril y yo mismo anudé mi cana para que no sobresaliese en cuestiones censurables. Por eso, no ha habido palabras salidas de mi cana con las que interpretar, evaluar o criticar, en el mejor de los sentidos, la nominación de uno de los consejeros de nuestra Junta autonómica para ser aquel que dicte la lección magistral de inicio del curso cofrade desde el púlpito de la Iglesia del Espíritu Santo. En todo caso, y como llego tarde a esta cita, únicamente desear lo mejor para quién desempeñará este cometido, importante cometido aunque haya quienes lo consideren baladí por no estar pronunciado en una capital de las que cayeron al sur de Despeñaperros. Ya habrá tiempo de sacar punta a sus palabras si son merecedoras de que la navaja se afile para ello.


No. No es esto lo que me trae hoy, el día después del segundo día, a este diario en el que mi Cana anda ultimando la carta con sus peticiones a los Magos de Oriente y yo, tembloroso por la infantil emoción, espero simplemente a ver su paso por las calles de mi ciudad en la cada vez más cercana noche mágica y recoger alguno de esos caramelos que, impregnados del maravilloso misterio traído desde los confines del mundo, paladearé como si fuese la primera vez que disfruto de una de esas golosinas.
¡Corcho! Que me voy por otras ramas para las que ya habrá tiempo...


Decía, que en la tranquilidad de los últimos días, mientras ojeaba uno cualquiera de los periódicos locales, mi lectura se detenía en un titular, que no recuerdo en su literalidad pero que venía a decir: "El próximo día 2 tendrá lugar el Concierto de Navidad organizado por la Junta de Cofradías de Semana Santa". -¡Hombre!- me dije. -¡Por fin una buena noticia salida desde las altas esferas cofrades!
Inmediatamente pasé a leer el contenido de la noticia, que en extracto venía a decir: "La Junta de Semana Santa, en colaboración con el Gobierno autonómico, ha organizado el 2 de enero, a las 19 horas, un Concierto de Navidad que tendrá lugar en el auditorio de Calatrava, y en el que actuarán la Orquesta Sinfónica de la Universidad Rey Juan Carlos y el coro Therspsichore, así como la Agrupación Coral Juan de Mena". ¡Buf! ¡Menudo despliegue! Una orquesta sinfónica y... ¡dos coros!
Sí. Lo nunca visto. La casa por la ventana. Pero, ¿no es la misma orquesta que vino a deleitarnos en Cuaresma? Esa es. La misma Orquesta Sinfónica. Algo me escama.
Llamo a mi Hermandad para solicitar más información, imaginando que los cofrades, a través de cada una de nuestras cofradías, tendremos algún tipo de preferencia para acceder a dicha manifestación cultural.
-¿Concierto? ¿Orquesta? ¿Invitación?... ¿De qué me hablas?- fueron las gallegas respuestas, todas arropadas por interrogantes signos, que recibí de quien se encontraba al otro lado del teléfono. -No tenemos idea de que haya llegado ninguna invitación, ni comunicación siquiera de un concierto de la Junta- me dijeron, ahora de forma más tajantemente castellana.
Bueno. Pues... mi gozo en un pozo. -Lo intentaré por otro lado- pensé, y me dirigí a consultar la página web de la propia Junta de Cofradías.
Allí estaba la noticia. Pero... ¡ésta sólo habla de una orquesta! ¡Nada de coros! ¡Más gozo que echar al pozo! ¡Si ya decía yo!... Y sigo leyendo el programa elaborado para la ocasión, deteniéndome en el currículo de la orquesta. Paso por alto su escaso bagaje concertístico (Valladolid, Toro y Santo Domingo de la Calzada) y me sorprendo con el último párrafo de la descripción: "La orquesta está formada por 14 músicos de cuerda y viento..."

¿¡Catorce músicos!? ¿14? ¡Coño!, no pude por menos que excederme en mi interjección. ¡Pero si casi no llega ni a grupo de cámara! No dudo de su virtuosidad, pero para rellenar entre catorce el hueco de una sinfónica... Y, como sé de mis escasos conocimientos musicales, me fui inmediatamente a consultar otras fuentes. Son varias las páginas que miro y en todas leo lo mismo: La orquesta sinfónica u orquesta filarmónica es una agrupación o conjunto musical de gran tamaño que cuenta con la familia de instrumentos (como el viento madera, viento metal, percusión y cuerda). Una orquesta sinfónica o filarmónica tiene generalmente más de ochenta músicos en su lista, sólo en algunos casos llega a tener más de cien, pero el número de músicos empleados en una interpretación particular puede variar según la obra que va a ser tocada, y el tamaño del lugar en donde ocurrirá la presentación.


Gran tamaño... Familias de instrumentos... 
¡Hombre! Quizá cien maestros no cupiesen en el escenario calatraveño, pero... ¿catorce?
Entre la falta de concreción sobre la posibilidad de acceder al concierto (aún desconozco si se requería invitación o si la entrada era libre y gratuita) y las noticias que iba descubriendo... perdí cualquier interés que hubiera tenido por asistir.
¡Más de lo mismo!
¡Si es que...!


Inmediatamente recordé que en Salamanca, en esta ciudad culta y noble, existe la denominada Joven Orquesta Sinfónica Ciudad de Salamanca, con noventa músicos; ¡noventa! Y se me encendieron los ánimos. A pesar de desconocer si existieron siquiera contactos con la gerencia de esta orquesta para evaluar la posibilidad de su contratación. Pero... ¡Si hasta cualquiera de nuestras bandas cofrades dando un concierto de villancicos tiene más cuajo sobre el escenario! ¿Qué nos han traído?
Y se me cayó el alma a los pies.



Hoy, leo en la prensa local la noticia acompañada de amplio reportaje gráfico. Me detengo en una de las fotografías y cuento... uno, dos, tres, cuatro,..., doce, trece, catorce... ¡Al menos vinieron todos!

2 comentarios:

Lucano dijo...

Yo estuve allí, en Calatrava, como la pasada Navidad en la Clerecía con la misma orquesta, que, sin entender del asunto pero sabiendo contar, tampoco me pareció "sinfónica": sin contarlos, calculé una veintena de músicos que me hicieron pasar un buen rato. Dos solistas, soprano y tenor, cantaron arias (con poco lucimiento personal) y villancicos, pero coros no hubo, desde luego. A lo sumo, si valen, los que hizo el público con sus palmas acompañando la marcha Radetzky, tal si fuera aquello Viena.

Félix dijo...

Si al menos animaron al público...
Cordialmente,
Félix