¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


miércoles, 9 de enero de 2008

Morante


Histrión porque puede permitírselo. Y, además, con el gitano Rafael como modelo. ¡No hay más que hablar!
Ser tan estrambótico como artista. Capaz de partir las reglas por su mitad o de ajustarse a ellas como canónicamente se estableció hace ya mucho tiempo, para pintar pases que, por imaginados, nunca dejan de deleitar.
Arte en dosis sorpresivas, tan pronto dulce como picante, a veces de sabor supremo y otras de una insipidez que exaspera a quien de él espera lo mejor. Es lo que tiene la trufa blanca. Difícil de encontrar pero de aroma y sabor exquisitos, celestialmente insuperables incluso a costa de ambrosías.
Me gustó el detalle del habano. Porque sería habano, digo yo. ¡Sorprendente! Aunque ya se le había visto al Pana. Una más de sus extravagancias, pero con elegancia, como a él y a mí nos gusta. En blanco y negro, catafalco y plata taurinos, y el capote sin liar, sin arrugas, desarmado, dejando ver los detalles toreros de sus bordados.
Con canotier, gorrilla chalana, engominado, barbado o imberbe, sabe que le miramos, que le admiramos. Y le gusta. ¡Seguro! Y se gusta. Y nos gusta. Porque es capaz de presentarse así en cualquier plaza. Porque es valiente. A su manera. Toreo de arte. Rafael, Julio, Curro, Santiago y... José Antonio.
Dos orejas. Sólo dos orejas, pero con la esencia del más puro arte de torear. Seguro que, porque no pude verlo, Rafael y yo podemos estar orgullosos de su faena. Tarro destapado de lágrimas de mirra que Baltasar, el rey moreno, que seguro es el suyo por aquello del exotismo, dejó a su vera el mismísimo día seis. Allí, en el pescante del haiga descapotable con el que se presentó en el embudo de Insurgentes. Y no llegó hasta el platillo, hasta la boca de riego, porque no le dió la gana. Pero poder, pudo. Porque querer es poder.
Sólo dos orejas que, en la distancia, han sabido a rabo. A semental indultado que repartirá su semilla para que no se pierda el arte, la nobleza, la casta, la bondad y el trapío. Porque de todo ello tiene.
Y El Pana aportando veteranía, un sarape y canas en las sienes.
Sólo espero, hay quien lo hace por un balón, a que el día de las hermanitas, si es posible, me regale aunque sólo sea el aroma a dehesa de alguno de sus toros, de sus orejas. Sólo de alguno. Y será fiesta además de festivo. Y si no fuese posible... ¡cosas del arte!

6 comentarios:

Ana Pedrero dijo...

Mi Morante es único. Y si fuma un puro en un paseíllo, seguro que lo hace con más arte que nadie. Porque una tarde exprimió mi corazón deteniendo el tiempo en Jerez. Y en Granada. Y en Salamanca. Y en El Puerto. Pero nunca como aquella en que hasta las golondrinas detuvieron su vuelo sobre el albero jerezano porque estaba el de la Puebla con el mentón hincado en el pecho y los vuelos del capote acariciando la arena.
Como una oración, como un milagro, como un prodigio. Silencio, que Morante está toreando.

Félix dijo...

Sí. Honda finura, el compás abierto, los talones en su sitio, las manos bajas, la panza de la muleta y el mentón al pecho. Así, como sin sentir pero cargado de sentimiento. Tú lo dices, Berrendita. Silencio, que torea Morante. El torero que más sabe de toros. O... de los pocos toreros que saben de toros. De verdad.
Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

Mi paladar no percibe como los vuestros el arte del toreo, pero sí, y creedme que lo disfruta, lo bueno y mucho que se escribe sobre él. Cuántas palabras que suenan a sentimiento, a lo viejo de la tradición y lo nuevo de la creación, a clásico y a rompedor, a académico y heterodoxo. Pero ya guardo silencio, que torea Morante.

Félix dijo...

Sí, Lucano. Es cierto. Estas contradicciones, que no son anacrónicas sino intemporales, son las que nos hacen admirar las cosas bellas. Las que nos hacen apasionarnos. Las que nos dicen que quinientos años es ayer. Y hoy lo mantenemos para llegar a otros quinientos. Y el silencio, por silencio, cualquier lunes subiendo la Compañía.
Cordialmente,
Félix

Anónimo dijo...

He ido 3 veces a verle, sin nada de suerte. Me mostró su otra cara, la que saca de quicio al personal.
Habrá una cuarta y espero acertar

Félix dijo...

Es lo que tiene el arte, que no siempre se puede expresar cuando queremos. Pero seguro que alguna tarde te dará todo lo que le pides y eso compensará todas las desesperaciones anteriores.
Cordialmente,
Félix