¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


viernes, 11 de enero de 2008

Moral

Por un momento he estado tentado de escribir sobre la moral única. Sobre la moral impuesta. Sobre la falsa moral. O sobre la vicepresidencia de este gobierno que maneja la caña de nuestra "Fortuna" (o a lo mejor es "Aifos" ¿...?). Por un momento, he pensado que es tan fácil desprestigiar. Que los infundios, cuando cuentas con los canales adecuados, pueden llegar a ser tan destructores. He recordado el "calumnia que algo queda..." Y me han comenzado a sobrevolar frases y conceptos, como sin quererlo. "Doble Moral". "Familia". "Conferencia Episcopal".


Creo que quienes están en situaciones de privilegio, con capacidad para jugar con el destino de muchos otros interviniendo directa o indirectamente en sus vidas, deben medir mucho más que cualquier mortal sus palabras y acciones. Que la trascendencia que pueden alcanzar determinadas frases, tanto dentro como fuera de su contexto, debe ser tenido en cuenta por quienes diseñan los discursos para no causar un daño no calculado que, incluso, se puede volver en contra. Fuego amigo.


Y, también como sin quererlo, se me ha venido a la mente la religiosa orden fundada por Domingo de Guzmán y cómo ésta, mientras defendía ardorosísimamente (trascendiendo hasta nuestros días) con Bartolomé de las Casas al frente, la virginidad de los indígenas americanos, llegándoles a igualar en derechos con el resto de humanos, en esta otra parte del Mundo se encargaba de arrasar herejías en media Europa y de dar fuego sagrado a inocentes ignorantes (¡¡Torquemada!!).
Pues que sepan, que al Rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios.


Al final la tentación me ha vencido. ¡Falta de moral!


3 comentarios:

Lucano dijo...

Nos falta desnudarnos de prejuicios, de mitos que nos hemos llegado a creer, de dialéctica obsoleta. La Iglesia hace tiempo que se definió (aunque a veces caiga en la tentación), pero el Estado... Manejando así la caña del timón, a la deriva.

Alberto dijo...

Bueno, Félix, no hace unas horas que acabo de leer la misma frase que has escrito, en este caso, sobre Santo Tomás Moro.

Un fuerte abrazo.

Félix dijo...

Cierto, Lucano. Sin "principios" nunca podrá haber buenos finales.
Conchero, agradable coincidencia, pues es bueno saber que hay quienes piensan como nosotros. Que no estamos solos.
Cordialmente,
Félix.