Un año menos para alcanzar las bodas de oro. Para pasar a ese "otro lado" en el que uno comienza a sentirse un poco más viejo o algo menos joven. Cuando, por más que se quiera, la botella se va viendo más medio-vacía que medio-llena.
Hoy, cuando voy viendo cerca lo que puede suponer medio siglo, he buscado alguna sensación en los adentros y lo único que he encontrado es lo que me dejé ayer olvidado. No hay nada nuevo. No me siento peor aunque esta maldita próstata lleve ya casi tres años insistiendo en que lo de la eterna juventud es, en lo físico, una falacia, aunque el espíritu no envejezca a la misma velocidad. Y mi cana se da cuenta de que, a pesar del paso de los años, aún permanece estoicamente solitaria, pues sólo se ha visto acompañada, de cuando en vez, por algún brote esporádico de compañeras que jamás llegaron a pájaros nuevos. Renovación para no dejarse invadir por melancólicas sensaciones producto de pasajeros contratiempos.
Me miro al espejo, a ese espejo del interior mucho más fiel que cualquier otro, y me veo como ayer. Esa verruguita que me viene acompañando fielmente en los últimos tiempos; ese nevus que es casi tan viejo como yo y esas ojeras que me dicen, todos los días, que debería dormir algo más aun a costa de dejar de hacer otras cosas. Me duelen los huesos y pierdo vista. Me canso subiendo y bajando. Se me pierden las cosas entre las arrugas de la mente y me veo incapaz de poner nombre a las caras o cara a los nombres. Recuerdo como si de ayer fuera lo que me viene de infancia y olvido lo que tengo que hacer mañana... ¡Coño! Me hago viejo aunque aún no haya alcanzado los cincuenta. Pero me siento como si jamás hubiese cumplido años. Asentado en una magnífica vida, cada día más plena y en la mejor de las compañías. Aún mantengo las ilusiones que pude tener a los dieciocho, o a los veintiocho, o a los treinta y ocho. Me veo como si estuviera empezando aunque sepa que ya lo dejé todo hecho.
Iré a ver a Martín, el santito negro, como todos los tres de noviembre.
Pierdo barriga y me siento bien.
Iré a ver a Martín, el santito negro, como todos los tres de noviembre.
Pierdo barriga y me siento bien.
¡Hoy cumplo años!
6 comentarios:
Prostatismos aparte, felicidades. Un abrazo.
Por un día dejé aparte todos los achaques. Muchas gracias, Lucano.
Cordialmente,
Félix
Tarde aunque reiterativo, Felicidades!!!
También me reitero: ¡Muchas gracias!
Cordialmente,
Félix
Más vale tarde que nunca, porque todos los santos tienen su octava. Recibe un abrazo con todo mi cariño, mi admiración y mi agradecimiento. Bien sabes tú por qué. Dale también un beso a la maravillosa mujer que comparte su vida contigo.
Que sigamos creciendo, Félix. Que sigamos compartiendo, mi querido amigo.
Ana.
Gracias, Berrendita. Muchas gracias por tus deseos.
Cordialmente,
Félix
Publicar un comentario