Allá por los ochenta, hace más de un cuarto de siglo, cuando la cana que gobierna mi alma lucía un castaño que en nada hacía presagiar el actual ebúrneo y yo andaba enfrascado en la terminación de mis estudios sin sospechar ni por casualidad que hoy andaría por aquí, un señor llamado Fernando García Tola se nos asomaba al salón desde la pequeña pantalla todos los martes a la hora de la cena (lo que ahora denominan prime time), para imaginarse, con las sugerencias de los espectadores, como presidente del gobierno nacional. "Si yo fuera presidente" fue un programa polémico, seguido por gran número de personas (o al menos ese es mi recuerdo) y con invitados de renombre que fueron capaces de alterar la apacible existencia de los más altos estamentos nacionales. Invitados en el candelero que no en el candelabro. No había estébanes, ni jesulines, ni... ¡concho! ¡Que no se me viene nadie más de estos "populares" a la memoria! Bueno, la cosa es que semana tras semana, unas con más polémica que otras, se analizaba la actualidad, se debatían propuestas más o menos fantásticas y se dejaba correr la imaginación.
Hoy, con más arrugas en la cara, más kilos en el abdomen, más posos en mi alma y una cana más que blanca, "Si yo fuera presidente" se me viene encima como si apenas hubiera transcurrido el tiempo y recojo mis propias ideas para erigirme en guionista de un intemporal, quizá extemporáneo, capítulo del programa, aunque no cuente con la socarronería inteligente de García Tola ni con los "comentarios" musicales, siempre ácidos, de Javier Krahe, Alberto Pérez o Joaquín Sabina (¡cómo echo de menos La Mandrágora!).
¿Qué haría yo si fuera presidente?
Tengo la sensación de que es repetirme, pero a veces necesito recordarme lo que ya pensé en su día, para mantener fresca la memoria y desempolvar el fondo del cajón al que van cayendo las cosas que un día creí que podían servir para algo aunque nunca llegaran a ver la luz.
Y aquí van todas aquellas propuestas que un día me hice en voz alta. A veces como mi ego y otras como mi alter ego pero siempre yo y siempre pensando en lo mejor para nuestra Semana Santa, en lo que yo creo que sería lo mejor para nuestra Junta de Cofradías. Abro mi cana a esta tribuna y lanzo propuestas que pueden ser recogidas por quien esté dispuesto a aceptarlas.
Desde siempre he defendido la necesidad y la importancia de la Junta de Cofradías, Hermandades y Congregaciones de Semana Santa de Salamanca. Una Junta que, en una posición de privilegio, debe estar siempre abierta sin dobleces a todos cuantos formamos parte de ella. Diáfana para cualquiera que quiera mirarla y sin dar la espalda a una de sus misiones fundamentales: servir de embajadora de nuestra Semana Santa para darla a conocer, representándola con la máxima dignidad, en cuantas ocasiones fuera necesario. Dentro y fuera de nuestra ciudad, por supuesto. Y qué mejor forma de hacerlo que elaborando programas religiosos y culturales adecuados y coherentes con los que acercar la Semana Santa, nuestra Semana Santa, a cualquiera de quienes tuvieran el más mínimo interés por ella. Organizando actos litúrgicos relevantes en función del calendario (que no es un Via Crucis en plena ebullición de actos cofrades), conciertos de música sacra y procesional, representaciones teatrales de categoría, exposiciones y conferencias a cargo de personalidades destacadas, incluso un concurso de fotografía aunque, no necesariamente, para con ello solventar la cuestión del cartel anunciador. Todo esto, por supuesto, sin interferir con todos y cada uno de los actos cofrades organizados por cualquiera de las cofradías que la integran, aunque también debería controlarse la proliferación de actividades cofrades, en muchos casos con poco sentido. Porque todo lo que se haga con corrección será siempre para beneficio del bien común y, cuidando de no solaparse en la organización, todos los actos de calidad son necesarios para la manifestación de que la Pasión es más que procesiones y que, además, está viva. Sólo es cuestión de construir un calendario y, por supuesto, de no improvisar.
De entre todos los actos que dependen de la Junta de Cofradías, estoy seguro de que el Pregón de la Semana Santa es el vértice sobre el que gira el resto de actividades. Por ello, la elección de un pregonero adecuado, siempre vinculado a la Semana Santa y con suficiente capacidad de transmisión, al menos supuesta por anticipado, debería constituir una de las principales tareas de esta Junta de Semana Santa, algo que últimamente parece de importancia menor.
¡Ah! Y siempre, en cualquier caso, una intensa y cuidada labor de diplomacia. No olvidemos que, aunque a algunos les parezca fuera de lugar, la Junta, con su presidente a la cabeza, es la máxima representación oficial de la Semana Santa salmantina; el espejo que reflejará todo lo que somos y lo que queremos ser.
Así, creo que la Junta debe constituir el elemento integrador y representativo sin necesidad de tener que asumir tareas que o no le deberían competer o que supondría inmiscuirse en el gobierno interno de cofradías, hermandades o congregaciones. Por eso, no veo la organización de procesiones u otros actos, como el traído y llevado Descendimiento, como misión de la Junta. No digo que no debiera implicarse en caso de ser solicitada su ayuda, pero de ahí a constituirse en elemento protagonista de actos propios de cofradías con suficiente capacidad para actuar por sí mismas (aunque, por el momento así se contemple en sus Estatutos), parece más una usurpación que ánimo de colaboración. Aún diría más: son actos que se le pueden y se le deben suponer ajenos.
Lo que quiero decir es que, de una vez por todas, la Junta de Cofradías tiene que pasar a ser lo que siempre debió ser. Un elemento de integración de todas las "semanas santas" que vivimos a lo largo del año. Que represente a todos los cofrades salmantinos sin olvidar a ninguno: nazarenos y penitentes, hermanos de paso y costaleros, músicos y artistas, cuero y esparto. Que busque el bien común, que es su propio bien, sin imposiciones ni doblegamientos. Sin inmiscuirse en la actividad propia de hermandades y cofradías, pero sabiendo de ellas y de sus necesidades.
Es cierto que todo esto requiere una gran inversión, tanto económica como de trabajo. Dejando lo segundo para el párrafo siguiente, lo primero pasa claramente por el acierto en la gestión. Por dejar de ser mera cinta canalizadora de subvenciones, aplicadas con mayor o menor acierto en partidas más o menos justificables, para optimizar los resultados en función del crédito disponible. ¿Que hace falta restaurar una imagen sin necesidad de respetar turnos inexplicables? ¡Pues se restaura! ¿Que hay que invertir más en bandas? ¡Pues se invierte! ¿Que para eso hay que alterar la subvención lineal a cada cofradía? ¡Pues se modifica! Porque, en este caso, la renuncia de aquellas que no necesitan la ridícula subvención, que no deja de ser el chocolate del loro para más de una de nuestras cofradías, puede redundar en mayores beneficios a la postre. Y, por supuesto, abandonar la somnolienta comodidad de los laureles para bajar al suelo, patearlo e intentar obtener nuevas subvenciones que permitan alcanzar nuevos objetivos.
Sí. Todo esto supone trabajo, pero sé que hay personas dispuestas a trabajar. Porque la Junta no es, o no debería ser un ente aislado, autosuficiente y displicente a las ayudas por orgullo o desprecio. La Junta no debería ser sólo su presidente, o los hermanos mayores que conforman el Pleno de la propia Junta, porque, y así lo hemos visto, el exceso de actividad para una sola persona puede llegar a desbordarla y desanimarla. Porque, además, en nuestra Semana Santa hay personas valiosas en todos y cada uno de los cometidos que pudiera proponerse la Junta de Cofradías y, aunque ahora muchas de ellas se encuentren en un claro estado de apatía, sería importantísimo estimularles lo suficiente como para que su implicación en las actividades de la Junta fuese algo habitual. Así, posiblemente, muchas de las reticencias que casi todos tenemos hacia la Junta de Cofradías podrían ir desapareciendo poco a poco. Se podría ir adelante e integrar todas esas semanas santas dispersas en cada una de nuestras hermandades y cofradías en una Semana Santa en la que lo más importante no fuesen aspectos que, aunque importantes, no dejan de ser menores. Una Semana Santa en la que la Junta de Cofradías sirviese fundamentalmente de elemento canalizador de los intereses de las cofradías y hermandades, olvidándose de intereses propios cuando estos supusieran conflicto con aquellas. Una Semana Santa bien representada por su Junta, pero sin que ello supusiese restar protagonismo a los propios representados. Una Semana Santa, en fin, en la que la Junta de Cofradías, con su Presidente al frente, fuese capaz de aunar todos los intereses comunes de nuestras cofradías y hermandades respetando los intereses particulares de todas y cada una de ellas, actuando, en su caso, como intermediador pero jamás como juez y parte en defensa de poco claros intereses propios o de parte.
Termino con el capítulo imaginario recogiendo sugerencias de los espectadores. Quizá la más interesante, merecedora de ser destacada, es la que guardé hace tiempo proponiendo la creación de un “Centro de Estudios de la Semana Santa” en la Iglesia de la Santísima Trinidad ahora en proceso de restauración. Gran acierto del proponente. Esto sí que podría ser del interés de los cofrades salmantinos y no un "Museo-guardapasos" en el que apenas habría objetos dignos de ser contemplados. Un centro en el que se pudiera hacer un recorrido "virtual" por la Semana Santa salmantina, con exposiciones fijas y temporales, que sirviese como centro de "interpretación" en el que las nuevas técnicas expositivas tuviesen peso suficiente como para atraer a público diverso, eso sí que podría ser atractivo para cofrades y cofradías. Un lugar en el que cualquier interesado pudiera acceder a material de estudio, biblioteca, hemeroteca o centro de datos y documentación, en los que profundizar en el conocimiento de la Semana Santa.
En definitiva, como dije hace casi un año en este mismo diario (De la Junta de Cofradías. 26-05-2010), la Junta de Cofradías, Hermandades y Congregaciones de Semana Santa de Salamanca debe ser algo vivo y con espíritu, con capacidad de adaptarse a las exigencias de cada momento, de las cofradías y para ellas, conjugando intereses como juez, nunca como parte.
¿Qué haría yo si fuera presidente?
Tengo la sensación de que es repetirme, pero a veces necesito recordarme lo que ya pensé en su día, para mantener fresca la memoria y desempolvar el fondo del cajón al que van cayendo las cosas que un día creí que podían servir para algo aunque nunca llegaran a ver la luz.
Y aquí van todas aquellas propuestas que un día me hice en voz alta. A veces como mi ego y otras como mi alter ego pero siempre yo y siempre pensando en lo mejor para nuestra Semana Santa, en lo que yo creo que sería lo mejor para nuestra Junta de Cofradías. Abro mi cana a esta tribuna y lanzo propuestas que pueden ser recogidas por quien esté dispuesto a aceptarlas.
Desde siempre he defendido la necesidad y la importancia de la Junta de Cofradías, Hermandades y Congregaciones de Semana Santa de Salamanca. Una Junta que, en una posición de privilegio, debe estar siempre abierta sin dobleces a todos cuantos formamos parte de ella. Diáfana para cualquiera que quiera mirarla y sin dar la espalda a una de sus misiones fundamentales: servir de embajadora de nuestra Semana Santa para darla a conocer, representándola con la máxima dignidad, en cuantas ocasiones fuera necesario. Dentro y fuera de nuestra ciudad, por supuesto. Y qué mejor forma de hacerlo que elaborando programas religiosos y culturales adecuados y coherentes con los que acercar la Semana Santa, nuestra Semana Santa, a cualquiera de quienes tuvieran el más mínimo interés por ella. Organizando actos litúrgicos relevantes en función del calendario (que no es un Via Crucis en plena ebullición de actos cofrades), conciertos de música sacra y procesional, representaciones teatrales de categoría, exposiciones y conferencias a cargo de personalidades destacadas, incluso un concurso de fotografía aunque, no necesariamente, para con ello solventar la cuestión del cartel anunciador. Todo esto, por supuesto, sin interferir con todos y cada uno de los actos cofrades organizados por cualquiera de las cofradías que la integran, aunque también debería controlarse la proliferación de actividades cofrades, en muchos casos con poco sentido. Porque todo lo que se haga con corrección será siempre para beneficio del bien común y, cuidando de no solaparse en la organización, todos los actos de calidad son necesarios para la manifestación de que la Pasión es más que procesiones y que, además, está viva. Sólo es cuestión de construir un calendario y, por supuesto, de no improvisar.
De entre todos los actos que dependen de la Junta de Cofradías, estoy seguro de que el Pregón de la Semana Santa es el vértice sobre el que gira el resto de actividades. Por ello, la elección de un pregonero adecuado, siempre vinculado a la Semana Santa y con suficiente capacidad de transmisión, al menos supuesta por anticipado, debería constituir una de las principales tareas de esta Junta de Semana Santa, algo que últimamente parece de importancia menor.
¡Ah! Y siempre, en cualquier caso, una intensa y cuidada labor de diplomacia. No olvidemos que, aunque a algunos les parezca fuera de lugar, la Junta, con su presidente a la cabeza, es la máxima representación oficial de la Semana Santa salmantina; el espejo que reflejará todo lo que somos y lo que queremos ser.
Así, creo que la Junta debe constituir el elemento integrador y representativo sin necesidad de tener que asumir tareas que o no le deberían competer o que supondría inmiscuirse en el gobierno interno de cofradías, hermandades o congregaciones. Por eso, no veo la organización de procesiones u otros actos, como el traído y llevado Descendimiento, como misión de la Junta. No digo que no debiera implicarse en caso de ser solicitada su ayuda, pero de ahí a constituirse en elemento protagonista de actos propios de cofradías con suficiente capacidad para actuar por sí mismas (aunque, por el momento así se contemple en sus Estatutos), parece más una usurpación que ánimo de colaboración. Aún diría más: son actos que se le pueden y se le deben suponer ajenos.
Lo que quiero decir es que, de una vez por todas, la Junta de Cofradías tiene que pasar a ser lo que siempre debió ser. Un elemento de integración de todas las "semanas santas" que vivimos a lo largo del año. Que represente a todos los cofrades salmantinos sin olvidar a ninguno: nazarenos y penitentes, hermanos de paso y costaleros, músicos y artistas, cuero y esparto. Que busque el bien común, que es su propio bien, sin imposiciones ni doblegamientos. Sin inmiscuirse en la actividad propia de hermandades y cofradías, pero sabiendo de ellas y de sus necesidades.
Es cierto que todo esto requiere una gran inversión, tanto económica como de trabajo. Dejando lo segundo para el párrafo siguiente, lo primero pasa claramente por el acierto en la gestión. Por dejar de ser mera cinta canalizadora de subvenciones, aplicadas con mayor o menor acierto en partidas más o menos justificables, para optimizar los resultados en función del crédito disponible. ¿Que hace falta restaurar una imagen sin necesidad de respetar turnos inexplicables? ¡Pues se restaura! ¿Que hay que invertir más en bandas? ¡Pues se invierte! ¿Que para eso hay que alterar la subvención lineal a cada cofradía? ¡Pues se modifica! Porque, en este caso, la renuncia de aquellas que no necesitan la ridícula subvención, que no deja de ser el chocolate del loro para más de una de nuestras cofradías, puede redundar en mayores beneficios a la postre. Y, por supuesto, abandonar la somnolienta comodidad de los laureles para bajar al suelo, patearlo e intentar obtener nuevas subvenciones que permitan alcanzar nuevos objetivos.
Sí. Todo esto supone trabajo, pero sé que hay personas dispuestas a trabajar. Porque la Junta no es, o no debería ser un ente aislado, autosuficiente y displicente a las ayudas por orgullo o desprecio. La Junta no debería ser sólo su presidente, o los hermanos mayores que conforman el Pleno de la propia Junta, porque, y así lo hemos visto, el exceso de actividad para una sola persona puede llegar a desbordarla y desanimarla. Porque, además, en nuestra Semana Santa hay personas valiosas en todos y cada uno de los cometidos que pudiera proponerse la Junta de Cofradías y, aunque ahora muchas de ellas se encuentren en un claro estado de apatía, sería importantísimo estimularles lo suficiente como para que su implicación en las actividades de la Junta fuese algo habitual. Así, posiblemente, muchas de las reticencias que casi todos tenemos hacia la Junta de Cofradías podrían ir desapareciendo poco a poco. Se podría ir adelante e integrar todas esas semanas santas dispersas en cada una de nuestras hermandades y cofradías en una Semana Santa en la que lo más importante no fuesen aspectos que, aunque importantes, no dejan de ser menores. Una Semana Santa en la que la Junta de Cofradías sirviese fundamentalmente de elemento canalizador de los intereses de las cofradías y hermandades, olvidándose de intereses propios cuando estos supusieran conflicto con aquellas. Una Semana Santa bien representada por su Junta, pero sin que ello supusiese restar protagonismo a los propios representados. Una Semana Santa, en fin, en la que la Junta de Cofradías, con su Presidente al frente, fuese capaz de aunar todos los intereses comunes de nuestras cofradías y hermandades respetando los intereses particulares de todas y cada una de ellas, actuando, en su caso, como intermediador pero jamás como juez y parte en defensa de poco claros intereses propios o de parte.
Termino con el capítulo imaginario recogiendo sugerencias de los espectadores. Quizá la más interesante, merecedora de ser destacada, es la que guardé hace tiempo proponiendo la creación de un “Centro de Estudios de la Semana Santa” en la Iglesia de la Santísima Trinidad ahora en proceso de restauración. Gran acierto del proponente. Esto sí que podría ser del interés de los cofrades salmantinos y no un "Museo-guardapasos" en el que apenas habría objetos dignos de ser contemplados. Un centro en el que se pudiera hacer un recorrido "virtual" por la Semana Santa salmantina, con exposiciones fijas y temporales, que sirviese como centro de "interpretación" en el que las nuevas técnicas expositivas tuviesen peso suficiente como para atraer a público diverso, eso sí que podría ser atractivo para cofrades y cofradías. Un lugar en el que cualquier interesado pudiera acceder a material de estudio, biblioteca, hemeroteca o centro de datos y documentación, en los que profundizar en el conocimiento de la Semana Santa.
En definitiva, como dije hace casi un año en este mismo diario (De la Junta de Cofradías. 26-05-2010), la Junta de Cofradías, Hermandades y Congregaciones de Semana Santa de Salamanca debe ser algo vivo y con espíritu, con capacidad de adaptarse a las exigencias de cada momento, de las cofradías y para ellas, conjugando intereses como juez, nunca como parte.
¿Serviría todo esto como programa electoral... si yo fuera presidente?
Lástima que Tola hace ya años que nos dejara y no sé si yo sería capaz de reconducir su programa aun llevando en un bolsillo la verdad y en el otro la humildad, como él dijo. Eso sí, se siguen admitiendo sugerencias.
Lástima que Tola hace ya años que nos dejara y no sé si yo sería capaz de reconducir su programa aun llevando en un bolsillo la verdad y en el otro la humildad, como él dijo. Eso sí, se siguen admitiendo sugerencias.
6 comentarios:
Félix enhorabuena de verdad, por tu implicación y tu interés en el buen hacer, ilusión y buen gusto. Sobre todo por ser tú mismo. Cruzas la barrera abriendo el pecho y con la verdad por delante.
Transmites juventud, viveza, ganas y firmeza.
Sabes que me tienes convencido y serás un buen presidente de nuestra Semana Santa.
Dios quiera olvidemos, egos y amiguismos interesados y recapaciten en un planteamiento sin comparación ninguna ya que nadie se atrevió antes a decir sus intenciones "Si yo fuera presidente". Te honra y reafirma en tu categoría como persona.
Mi apoyo más sincero y mis mejores deseos.
Un Abrazo.
Jose, gracias por ser un verdadero convencido, cosa que no soy ni yo.
La verdad es que lo que planteo es una especie de declaración de intenciones o, si quieres, ideario para un posible futuro. Pero creo que la mayoría de las propuestas tendría poca aceptación viendo cómo está el patio.
Gracias por tus deseos.
Cordialmente,
Félix
Tu propuesta es ante todo la de integrar y devolver a la Semana Santa a algunos de los suyos que andan dispersos. Por ahí se empieza. Haciendo valer los talentos que a unos y a otros se les dieron. Y lo mejor, la claridad de intenciones, que tanto escasea. Si tú fueras presidente...
Cierto, Lucano. Algunos andamos dispersos aunque nunca separados del todo.
Creo que una propuesta pública y transparente es lo primero que se debería hacer para que, en su caso, después se pudieran pedir responsabilidades. Creo que debería hacerse siempre aunque siempre se echó de menos.
Cordialmente,
Félix
Felix, me sorprende gratamente ver como alguien tiene la honestidad y la valentia de exponer publicamente un ideario,para presidir la Junta de Cofradias.Yo que estoy acostumbrado a asistir a las reuniones del pleno de cofradias, creia que esto no era posible, que las cosas se movian por intrigas y amiguismos , normalmente provocados por los menos capaces. Esos que basan la solidez de sus argumentos en descalificaciones, porque ellos mejor que nadie, saben que si no es con metodos poco " ortodoxos" no serian capaces de llegar, porque seguramente son conscientes de sus multiples limitaciones. Animo y a por ello.
Amigo Anónimo, tú, que estás acostumbrado a asistir a las reuniones del pleno de cofradías, sabrás mejor que muchos que habría que darle una vuelta a muchas cosas y eso es lo que llevo proponiendo desde hace tiempo. Así, no es que ahora esté descubriendo nada nuevo, pues siempre fui transparente. Otra cosa es que estos argumentos pudieran ser aceptados por quienes formáis ese pleno de la Junta de Cofradías.
Gracias por tus ánimos.
Cordialmente,
Félix
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