Cansada, agotada, exhausta, vacía... así se siente esta cana mía en estos últimos tiempos.
¿Será por exceso de compromiso laboral? ¿Será que ahora, cuando ha comenzado a subir la temperatura y florecen las lavandas y los lupinos tiñendo de nazareno los campos charros, se encuentra asténica y desganada? ¿Será que aún no ha sido capaz de recuperarse de los excesos (¿?) de la pasada Semana Santa?
No sé por qué será, pero aunque yo, su casual propietario, haya insistido en que esto debía continuar y que no podía dejar pasar más tiempo sin rellenar una hoja del diario, esta cana que enjalbega mi alma se negaba en redondo y se rebelaba ante mis esfuerzos.
Clases, exámenes, conferencias, reuniones, revisiones,... apenas un minuto para dedicarlo a manchar una de estas blancas páginas virtuales.
Ahora, algo más desembarazado de actividades laborales, aunque aún con las manecillas del reloj aferradas a mi tiempo para hacer que parezca más escaso y necesario, quiero despejar de trabajo el escritorio mental para poder volver a ocuparlo con todo aquello que quedó pendiente hace tan sólo unos días aunque parezca que fuese hace tanto tiempo que no sé si seré capaz de recordar. Volver a charlar con los amigos de la pasión, retomar esas lecturas que se me fueron mientras escucho ausente cualquier música, renovar compromisos que no llegué a cumplir, hacer esas llamadas que quedaron en promesa perdida... y pensar. Sobre todo pensar y pensar. Porque creo que ahora, cuando todo parece olvidado, es el mejor momento para pensar. En estos momentos en que el calor, cada día más agobiante, parece resecar aún más las costras de viejas heridas y hacer que se relajen las revoluciones de andar por casa, es momento de poner en marcha la actividad de la neurona pasional y pensar. Intentar buscar respuestas a los porqués y repartirlas en los platillos de la balanza. Bueno y malo, a favor y en contra, para poder tomar una decisión. Pensar y pensar. Porque algún día, no tardando mucho, tendré que darme la respuesta. Eso espero.
2 comentarios:
Querido Félix: pon orden en tu escritorio, en tus días, en tus lecturas pendientes, en las llamadas que nunca fueron, en tu mente, en tus canas, y deja entrar por tu ventana la caricia fría del viento del norte, que enfría y sosiega.
Y piensa, piensa, que sea cual sea tu respuesta, los que te queremos estaremos a tu lado para darte la mano cuando nos necesites.
Creo que lo sabes.
Un fuerte abrazo.
Ya ando en ello, Berrendita. Ya ando. De hecho, la mesa de escritorio tiene, al menos, colocados los papeles, dejando sitio para papeles nuevos. Intento poner orden, hacer un hueco y dejar que lo ocupen las novedades, los pensamientos y, posiblemente, nuevas canas que irán saliendole a mi alma conforme pasan los días (esos que ahora han perdido su nombre propio). Y si no, con abrir el tercer cajón... todo resuelto.
Eso sí, lo que nunca moveré de su sitio son esas fotos, esos dibujos y todas esas cosillas que me recuerdan que hay un mundo más allá del mismo escritorio.
Cordialmente,
Félix
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