
He sentido su hálito entremezclado con las gotas de lluvia.
He revivido aquellos momentos que sólo conozco por la lectura.
He intentado imaginar cómo sería con él presente.
He acompañado a cada una de las hojas de laurel de esa corona de lazo rojo, sin más color, para aposentar mi recuerdo a los pies de su figura.
Y ahora, cuando son las horas en que el tufo del brasero cumplía con el cruel destino, acabando con la vida del reo, acabando con la reclusión de su cuerpo y de su alma, en la penumbra de un cuarto silencioso, mi cana se entretiene en la lectura de un poemita mientras en mis oídos aún retumban las palabras del rector, de mi rector, poniéndole voz a cada uno de sus versos.
Pero yo, como él, quiero vivir, vivir... y ser yo, yo, yo... aunque el duro bregar me deshaga.
Pero yo, como él, quiero vivir, vivir... y ser yo, yo, yo... aunque el duro bregar me deshaga.
2 comentarios:
Vivir, vivir, vivir... con la esperanza de un misterioso hogar donde ir a refugiarnos. Un abrazo desde la guardia.
Vivir y ser "yo" cada uno de nosotros. Ser "yo" cada cual, sin que haya nadie esperando a que asomes las orejas. Ser uno mismo a pesar de las circunstancias.
Y, al final de cada jornada, de cada vida, tener refugio para dar descanso a las múltiples canas que habrán poblado nuestras almas.
Cordialmente,
Félix
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