¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


jueves, 19 de marzo de 2009

Dieciséis años

Sé, por propia experiencia, que no resulta fácil definir la vida, pero me parece mucho más diáfano distinguir dónde hay vida. Y si en el momento en que dos gametos se unen para originar un nuevo ser, éste ya "es" en sí mismo, ahí hay vida. ¿Reacción bioquímica?, ¿soplo divino?,...¡Vida! 
Sé que cada cuál es dueño de sus actos y que nadie  tendrá que responder por él ante la autoridad, sea ésta del tipo que sea. ¿Seguro? Ahora recuerdo aquél día de primavera en que con mis amigos de infancia, pues no tendríamos más de diez o doce años, por aburrimiento ignorante, nos dió por apedrear los cristales de las casas de los vecinos. Muchos se rompieron, lógicamente. ¿Respondí ante la autoridad? No. Lo tuvo que hacer mi padre, como responsable mío que era. Diez, doce, dieciséis,... Edades de inmadurez en las que lo mismo rompes un cristal que comienzas a conocer el sexo.
Sé que no es lo mismo romper un cristal que tener un hijo. Lo que me descoloca es que parece más serio, a la vista de las leyes posibles, lo primero que lo segundo. Si mi hija rompe un cristal, seré yo quien pague las consecuencias. Si mi hija decide abortar será ella la que asuma toda la responsabilidad. ¿Es normal? No, claro que no. Esta es la primera aberración de un proyecto legal que, si alguien no lo remedia, será firme en corto plazo.
Pero, posiblemente, esta concesión a la inmadurez sea algo secundario si se considera el núcleo principal sobre el que se está otorgando esta capacidad de decidir. Se deja en manos de césares adolescentes la potestad sobre la vida de una persona. De su hijo. Porque, volviendo al principio, insisto en que sé que algo está vivo desde sus primeros momentos. Sin número de blastómeros ni semanas de plazo. Sin gástrulas ni embriones. Y no se puede justificar el procedimiento, ni siquiera en una ley de plazos, con estos argumentos que algunos científicos emplean todo lo torticeramente que pueden para acallar la posible revolución de conciencias ignorantes.
¿Por qué la vida va a comenzar en una semana y no en otra?
¿Por qué se comienza a ser persona a partir de un determinado momento? ¿Por qué no desde el principio?
Hay quienes ven a sus semejantes como objetos y son capaces de asesinarlos con toda frialdad. ¿Serán éstos defensores de esta ley?
Hay quienes denuncian el sufrimiento de animales y plantas, peleando activamente por su bienestar. ¿Serán éstos?
Hay quienes de forma egoísta anteponen su vida y su éxito personal a cualquier otra circunstancia, sea ésta la que sea. ¿Serán éstos?
Hay quienes mediante el empleo de la ciencia y de sus avances han conseguido que la calidad vital de muchos de nuestros semejantes sea la que todo ser humano merece a pesar de sus discapacidades. ¿Serán éstos? 
Hay quienes viven en familia, intentando aprovechar lo que tienen de la mejor manera posible y confiando en la bondad de la vida. ¿Serán éstos?
Sé que tengo una hija que ahora, precisamente ahora, cumple los dieciséis. Sólo quisiera que, si algún día se ve envuelta en esta situación, cuente con sus padres antes de contar con un clínico. Que confíe en nosotros como nosotros hemos confiado en ella. Que piense que si es madura para abortar también lo es para criar un hijo. Que si un hijo en la adolescencia condiciona el resto de la vida, eliminarlo de esta manera le pesará para siempre en su conciencia. Que su fracaso será también el nuestro. Porque somos responsables de la educación de nuestros hijos. De que descubran todo lo que les ofrece la vida para que lo usen adecuadamente. Y, si esto fracasa, ¿no es también fracaso nuestro?
No escondamos nuestros fracasos haciendo responsables de ellos a nuestros hijos.
Por todo esto, mi adhesión al Manifiesto de Madrid.

5 comentarios:

beatriz dijo...

Supongo Félix que lo injusto es tener que legislar sobre cosas tan individualmente complicadas. Podemos hablar de generalidades, de chicas de tal o cual edad, pero habría que ver cada caso en concreto. No es por hacer demagogia pero no será lo mismo que aborte una chica como la tuya que alguien con un inmadurez intelectual grave. Cada caso es distinto. (sólo es mi opinión)

De todas formas creo quer los legisladores no piensan en las adolescentes sino en lo progres que este tipo de medidas les hace parecer.

En fin, patatas en latín.
B

sentimientos y locuras dijo...

Buff, es dificil el tema. Aunque a la vez es muy sencillo. Siempre estamos expuestos a que otros decidan por nosotros.
Pero Félix espero no verte de abuelo que tienes mala pinta en tales asuntos.
Por ahora ehhhhhh. Que con la edad uno cambia. jeje

Félix dijo...

No es, Beatriz, lo que se legisla (que también me importa), sino los falaces argumentos que se emplean para justificar la ley. Eso es lo que no debemos admitir, que nos mientan o intenten engañarnos confiando en nuestra buena fe. Que no piensen que somos bobos.
¡Ah! Y, que yo sepa, no hay patata en latín (no sabían los romanos lo que se perdieron) ;)).

No quisiera, Jose, verme ahora como un abuelo. Pero no por mí, sino porque pienso que hay tiempo para todo y que mi hija podrá decidirlo con madurez cuando sea el momento. Aun así, si esto ocurriese, ten por seguro que me verias como abuelo, empujando carrito, y no como colaborador en un acto que va en contra de mis principios.

Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

También yo lo suscribo. Tampoco yo me explico este proyecto de ley fundado más en la apariencia que comenta Beatriz. Confiemos en que el Manifiesto sirva de algo, ya que la oposición eclesial igual hasta reafirma a los promotores de la infeliz idea. Confiemos pese a todo.

Félix dijo...

No creo que la campaña de la Conferencia Episcopal, bastante pueril, sirva para otra cosa que para fomentar las críticas, Lucano. Confiemos en que el Manifiesto repercuta de alguna manera en la decisión final.
Cordialmente,
Félix