¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


viernes, 7 de mayo de 2010

A·m·i·g·o·s

Esta tarde, relajado tras intensos días en los que apenas paré, en la soledad de un salón vacío y con el cuerpo rendido sobre el sofá, he sentido nostalgia bloguera. He abierto el ordenador y me he lanzado a rebuscar viejas entradas, pasadas impresiones y antiguos comentarios. He leído unas y otros y me he alegrado al recordar que tengo amigos que andan pendientes de mí a través de lo que cuento. Pocos amigos, es cierto, pero fieles. Algunos se acercaron, o se acercan, de vez en cuando y dejan sus ánimos en forma de acertados comentarios, aunque ocultos tras su propia máscara. Otros han entrado y salido sin apenas hacer ruido. Y los que quedan, esos que tienen su nombre virtual colgado de la red a la vista de todos, a los que conozco y me conocen, pendientes de dejarme siempre la mejor de sus palabras. Todos ellos, en un momento u otro, pasan o pasaron por aquí y opinaron, dejando más poso del que quizá pretendieran. Ánimos, consejos,... siempre adecuados y, de vez en cuando, recordados por releídos para recuperar su estímulo.
Sé que lo que está a la vista de todos no puede ser considerado como íntimo, pero, también sé, que se puede conseguir intimidad entre la muchedumbre. Porque, tras puntuales explosiones en las que brota cantidad de visitantes en busca de una referencia concreta, viajeros sólo de paso por este andén añoso, al final sólo quedamos los de siempre, nos vemos por aquí y seguimos confiados en esa intimidad del grupo pequeño. A veces, sólo algunas, he llegado a olvidar que somos pocos y he pensado que estaba solo, que escribía solo y que sólo yo era el propietario de mis palabras. Sin embargo, caigo rápidamente en la cuenta de que somos más que yo, cada uno con su misión, con su vida, con su ocupación, pero compañeros alrededor de un café, virtual café, sabedores de las idas y venidas de los demás y dispuestos siempre a poner un pedazo de nosotros mismos cuando los demás lo necesiten. Aunque no lo pidan. Aunque no lo pidamos. Yo lo he sabido, lo he sentido y lo agradezco. Unos con sus palabras, otros con sus silencios, los más, simplemente por asomarse a ver cómo van las cosas. Todos agradecidamente bienvenidos.
Me gusta, de vez en cuando, volver atrás y sentir cariños pasados. Alientos añejos con el valor hoy de ese gran vino reservado en la bodega para grandes acontecimientos. Recuerdos de lo que un día conté y me contaron. Será que hoy, por fin, puedo descansar.
Mañana seguiré pensando.

4 comentarios:

sentimientos y locuras dijo...

Oleeeeeeeeee, amigos que vienen y van.....

Pero en el fondo estan...

Félix dijo...

Amigos, Jose. Siempre amigos.
Cordialmente,
Félix

Félix G. Modroño dijo...

Pues sí, por aquí andamos de vez en cuando tomando ese café virtual mientras leemos el periódico de tus cuitas.
Saludos.

Félix dijo...

Te sé por aquí de vez en cuando, Félix, y me enorgullezco de ello. Espero que, algún día, ese café virtual sea real, en torno a un velador y compartiendo la palabra.
Cordialmente,
Félix