Sevilla en primavera. Noche cerrada. Calles estrechas. Gente, mucha gente agolpándose sobre las aceras y desbordándose hasta el mismo centro de la calzada. A lo lejos suenan las notas de una marcha cofrade en plena primavera. Aumenta el revuelo. Se huele el incienso. El fervor popular, seguro que sincero, crece conforme se acerca el cortejo. Escaso cortejo formado únicamente por unos ciriales, un paso y una banda de música. El resto es gente, mucha gente arracimada en torno a un paso de Semana Santa en pleno mes de junio.
Todo esto es lo que esperaba, no lo niego. Ruido, gente, aglomeraciones,...
De repente suena una marcha. "Reina de Triana" creo que es su nombre. Un murmullo se nos acerca desde el paso. Sssshhh!!, sshhhh!!, ssshhhh!!. Alguien manda callar y lo que hace un momento era bullicio es ahora silencio sepulcral. Respeto máximo para oír. Para escuchar esa música dedicada para Ella, la auténtica protagonista de la noche. Las notas suenan en la pureza del silencio y yo, ahora, estoy en medio de algo que no esperaba, que no imaginaba. La marcha continúa y, de repente, instantes antes de que termine, como si fuese parte del mismo acto, una voz ruge desde el tumulto: -¡¡Viva la Esperanza de Triana!!- y el resto, haciendo coro improvisado, contesta emocionado con un ¡Viva! que sale del centro de muchos corazones. Así, ahora las conversaciones suben su tono pero con un respeto que se puede tocar mientras la imagen de la Virgen está en la cercanía.
De repente, de nuevo nos mandan callar. Ssshhh!! Sshhhh!! Y, en el silencio, en la distancia, se oye nítida la voz del capataz. Va a levantar el paso y todos oímos sus palabras de estímulo y dedicatoria. Levanta el paso y desaparece el silencio. Tampoco era esto lo que esperaba. Así toda una noche con su madrugada. Así es Sevilla.
Ahora, la mañana ya está casi dando paso a las cañitas y las tapas, cuando el paso llega a las puertas de su capilla al otro lado, a la no Sevilla, a Triana. La Esperanza se despide de todos los que la han acompañado durante la noche sin dejarla sola un instante, agradecida y cansada. De pronto, otra vez mandan callar. Sshh! Sshh!... Y el silencio da paso a la Salve; esa Salve Marinera que sale del alma de todo un barrio y que se escucha con un sentimiento que es la envidia de todos los que nunca podremos ser trianeros.
Y la Virgen dice adiós desde el dintel, como sin ganas de desaparecer. Pero en algún momento tiene que acabar. Los demás, los de fuera, mezclados con los del barrio, entramos a esa capilla marinera no sé muy bien a qué. ¿A ver el ambiente? ¿A verla de cerca? ¿A despedirnos de Ella?... Y nos sentimos como en casa.
De pronto, en un instante, veo a un costalero que se desprende de su preciada medalla para dársela a una señora. Ella simplemente preguntaba por cómo hacerse con una en la casa de hermandad. Él, sabiendo del imposible, agarra la suya y se la saca del cuello, con el cordón impregnado de sudor y consciente de que va a regalar ¡su medalla!; ésa que le ha acompañado toda la noche, enredada en su faja, junto a la Reina de Triana. -¡Tenga, señora! ¡Que no se puede marchar usted de aquí sin llevarse lo que viene a buscar desde tan lejos!- Y la señora, con los ojos emocionadamente enrojecidos, no encuentra palabras para agradecer el gesto. -¡La guardaré en el corazón!, ¡Se lo aseguro!- Ésta fue su despedida. Embargada por la emoción, sincera emoción, abandonó la capilla y se marchó orgullosa enfilando la calle Pureza.
Tampoco esto lo esperaba yo de Sevilla.
Ahora sé un poco más de ese "algo" que hace especial la algarabía sevillana cargada de respeto. Ahora comprendo un poco más ese salmantino respeto... cargado de algarabía.
7 comentarios:
Preciosas palabras. A muchos nos hubiera gustado estar ahí... Qué le vamos a hacer, otra vez será
Un abrazo.
Y esa señora volvió a Salamanca pensando: ¡qué buen finde en Sevilla! Me fui ilusionada por ver a la Reina de Triana en la calle y vuelvo a mi casa con la Esperanza marinera en el corazón y con el gesto de un costalero alojado en el hueco del alma donde se guardan los detalles que importan .A partir de entoces yo también hago mía a esa Madre de la calle Pureza. Sin duda es también MI Esperanza.
Mi agradecimiento eterno a ese costalero, a ese hermano.
Charo.
Que sentir tan bonito. Detalles como ese son los que de verdad te hacen pensar y recapacitar el sentirse cofrade. Vivan el arte. Me alegro muchísimo que disfrutarais tanto y por la trianera que se trajo la medalla más. Aquí en castilla que sentimos todo mas para nosotros siendo cuatro gatos. Pues nada allí que son multitud te abren su casa comparte y regalan. Oleeeeee por ellos y por vosotros.
Gracias Conchero. La verdad es que fue algo bonito por lo diferente a lo que aquí acostumbramos. Yo también hubiera querido haber acompañado a tu Concha, porque seguro que lo habría disfrutado tanto o más. Otra vez será.
Charo, sabes que aunque sea un poquito, yo también lo tengo guardado junto a mi cana, donde se guarda lo querido. Me alegró tu alegría.
Jose, sólo puedo decirte que os echamos de menos, que nos faltó un pedazo para estar completos, y que cuando falta un trozo se disfruta de una manera diferente, quizá más triste. Aun así, aunque fuera por mensajes, hicimos lo que pudimos. A ver cuando podemos ir al completo y reventar Sevilla.
Cordialmente,
Félix
Por supuesto, tienes las puertas abiertas para cuando quieras venir. Esta tarde volveremos a disfrutar de Su presencia por las calles de Zamora y en la vela por la noche en el Salón de Plenos.
Un abrazo.
Nuestro fortalecimiento de nuestra fe, porque es escuchar las palabras de Cristo y estamos poniendo en práctica, en la que construir nuestra casa sobre la roca, como el evangelista San Mateo habla (versión cap.7. 24).
Nos sentimos honrados de ser elegidos para cumplir con esta misión para llevar nuestro mensaje a la misma, la palabra amigo, pero nunca olvide que:
_ En una carta no se escribe una palabra.
_ Una palabra no escribir un libro.
_ A no construir una casa de ladrillo, y mucho menos una ciudad.
_Com La unificación de las letras y las palabras pueden escribir un libro.
_ En muchos ladrillos construido una casa, una ciudad.
Por lo tanto, debemos estar unidos en la fe, en nuestra espiritualidad y la motivación para ser la piedra de la fundación de nuestra iglesia, y sólo si logramos esta unida y confiada en la misión que le han sido confiadas.
a buscar la unidad entre las personas y hermanos en Cristo y luchar por una mayor justicia social y la paz en el mundo
Conchero, de nuevo gracias.
Unidad en la fe, Sérgio. ¿Se puede pedir más? Gracias por tus palabras.
Cordialmente,
Félix
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