¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


viernes, 9 de mayo de 2008

Luz y Sal


La verdad es que lo de ayer no fue sino una boutade. Un momento de exceso imaginativo que, a falta de otros motivos para comentar, dejé constante en este diario que, muy a mi pesar, soy incapaz de mantener diariamente.

No me considero dado a la crítica gratuita, al "porque sí" o al "leña al mono" por ser de trapo. Ahora bien, hay veces que no se necesitan elementos probatorios de lo que se argumenta, pues los propios implicados en la crítica, en su vida pública diaria, nos proporcionan argumentos más que sobrados como para acosarlos, derribarlos y, casi si se me apura, cortarles orejas y rabo. Y eso se merece una crítica espontánea, sin preparar, que son quizá las más sinceras.

Pero, bueno. Hoy madrugo con otra cara. He peinado mi cana y mis deseos de chascarrillo con quienes están (o han estado hasta ahora, al menos) dirigiendo mi destino, han quedado enredados entre las púas del imaginario peine.

Ahora, creo que la cosa es más seria y, seguramente por ello, la traigo más meditada. Porque me afecta. Porque nos afecta. En mayor o menor medida. Positiva o negativamente, pero nos afecta.

Precisamente en estos días en que algunos están ya como locos por saltar la valla y agarrar por donde se pueda a la Blanca Paloma. Precisamente en estos días en que la economía está cada vez más en el fondo del pozo sin candil que la ilumine. Precisamente en estos días en que el colapso judicial es tal que no se ve el final del túnel. Precisamente en estos días en que ya han conseguido retirar a los capellanes de los hospitales. Precisamente en estos días en los que, tras dos meses de gobierno, el presidente sigue encerrado en su jaula de cristal sin asomar el pico salvo para tomarse unas cañas en León. Precisamente ahora, la vicepresidenta que nos gobierna, se descuelga con la necesidad de “avanzar en la condición de laicidad que la Constitución otorga al Estado". Es decir, que quieren reformar la Ley de Libertad Religiosa para adaptarla al pluralismo religioso actual. Y, para ello, aplicando la lógica soviética que, además de barata es la más efectiva, enrasan por la parte baja. No es que se favorezca la presencia de otras religiones y creencias, cosa de la que, por otro lado, creo que en algunos casos ya se encargan ellos por sí solos de que esto sea así, -sobre todo los que se amparan en fundamentalismos-, sino que tiran a dar a la diana más gorda. Y, en esta España secular, esa diana es católica, por más que a muchos les pese. Así, no sólo va a ser que se permita que aquí, en nuestra tierra, con nuestra cultura y costumbres, venga el sarraceno imponiendo criterios y burkas, sino que será el propio estado el que se encargue de ayudarles en la tarea y, de paso, eliminar todos los "privilegios" posibles del grupo religioso mayoritario. Porque se atreven a eliminar crucifijos de las paredes de las escuelas pero, al mismo tiempo, ceden ante presiones integristas enmascaradas en tradiciones y culturas impuestas por religiones-estado que se quedan muy lejos de nuestro entorno.

Pues que la Iglesia, esa Iglesia oficial representada por la Conferencia Episcopal, se dé cuenta de que no necesita tutela ninguna. Ni siquiera del estado. Porque el estado será constitucionalmente laico, pero nosotros, los laicos, debemos ejercer nuestros derechos ciudadanos personales y, además, nuestras obligaciones como cristianos. Y esa es la única tutela necesaria, la de nuestro compromiso. Por eso, creo que la celebración el próximo domingo, día de Pentecostés, del Día del Apostolado Seglar es algo que no se nos debe pasar por alto y que, como "Luz del Mundo y Sal de la Tierra", hagamos ver a quienes nos desprecian, a quienes creen que cada día estamos más débiles, que están en un error y que seguiremos en la brecha dando testimonio. Que no creemos que la convivencia sea incompatible si quienes conviven lo hacen respetando las normas. Que somos contribuyentes y que, en nuestros impuestos, podemos poner la cruz donde nos dé la gana sin temor ni vergüenza. Y, de paso, recordar a nuestros gobernantes que, además, somos muchos votos. Pues muchos de nosotros, posiblemente hasta ahora, habíamos confiado en que la cercanía social de algunos partidos era sincera. Parece que no era así, que esos partidos nos engañan, aunque muchos militantes sí actúen con sinceridad. Ahora quizá no necesiten nuestros votos, pero el camino es muy largo y nosotros seguiremos aquí, al pie del cañón.

3 comentarios:

Lucano dijo...

A alguien escuché que, desterrado el crucifijo de la pared, la huella dejada tendría más peso aún. Que aquel que no lo miró, vería ahora la silueta y repararía en que estuvo... y lo echaría de menos. Que brillaría por su ausencia. Como destello de luz. Como sal en este mundo tan soso a veces. ¡Feliz Pascua de Pentecostés!

"... y renovarás la faz de la tierra".

sentimientos y locuras dijo...

Bueno ya sabes que es lo que nos toca vivir. Lo importante es que no te hagan avergonzarte de lo que uno piensa y siente. Hoy he escuchado en la radio que la Religión en el cole pasa a ser en horas extra escolares, mientras que los amigos juegan en el patio. Esto es lo que viene ahora. Solo decir que cada loco con su tema, lo malo es que los que anuncian pluralidad y libertad, ellos mismos cortan las alas.

Félix dijo...

Si sólo quedan las cosas en echar de menos el crucifijo pero podamos seguir mirando su silueta, ten por seguro, Lucano, que eso me bastará. ¡Feliz Pascua de Pentecostés!

No me parece mal que la educación religiosa sea extraescolar, al menos en la educación pública, pero que se permita la educación religiosa, en libertad y sin imposiciones políticas es lo que creo que va a estar cada vez más difícil. A ver si, por tocar las narices, tenemos que llegar a defender nuestra Semana Santa como numantinos. Espero que no se llegue a eso, Jose.
Cordialmente,
Félix