¡Buf! ¡Otra vez en la rutina del día a día!
Sí. Después de este periodo en el que la octava de Pascua se transforma, por gracia de las autoridades competentes, en días de recuperador descanso de los cansados días de Pasión, volvemos a las actividades cotidianas. Bueno,... no del todo, pues aún nos queda pasar la barca de orilla a orilla, recuperar la irreverencia abandonada durante la Cuaresma y desequilibrar la dieta por mor de la ingesta desmedida de los abundantes productos que nos ofrece esta tierra, saliendo de su adustez aunque sea sólo por un día.
Ahora, a partir de mañana y con el estómago trabajando todavía en una digestión desacostumbrada, las actividades académicas volverán a ocupar su puesto y esas otras a las que, casi sin querer, dediqué los días pasados, pasaran a ese lugar discreto en el que, escondidas en las entretelas de la cana que intenta gobernarlas, quedarán latentes, con el pulso reducido en primaveral hibernación aunque siempre atentas a lo que acontezca. Serán días, los que ahora se nos vienen encima, de recuperación física (que nunca creemos necesitar) y de reflexión para poner en orden el desbarajuste de ideas, comentarios, charlas, noticias y cuestiones varias que se acumularon durante los días pasados y que la premura o la excitación impidieron su correcta colocación en los estantes que la Cana tiene para ellos. Ahora, entre clase y clase, podré retomar todo aquello que fui acumulando sin apenas prestarle atención y ordenarlo dándole el grado de importancia que se merece. Que yo creo que se merece. Así, poco a poco, volver a ese estado que, por habitual, podemos considerar dentro de la norma y, en la calma chicha de los días de sol, reiniciar un nuevo periodo que ya tiene fecha de caducidad.
Dejaré pasar los días. Dejaré asentar lo vivido para recuperar lo que fue. Porque ahora, cuando ya se ha calentado el sillón de un despacho abandonado durante días y las aulas vuelven a llenarse de densas frases cargadas de conocimiento (¿?), esta cana de mi alma, amparada en la seguridad de lo cotidiano, intentará retomar la actividad, irregular como siempre, y mostrarse como si nada hubiera pasado, como si la cuaresma aún estuviese por llegar. Porque se acaba de abrir de nuevo el ciclo y lo demás ya queda en ese oscuro rincón ocupado por lo pasado. Tiempo al tiempo.
5 comentarios:
Ciclos que van y viene, que no por conocidos dejan de sonarnos a viejo y nuevo, cada año por estas fechas. Buena digestión.
Deja lo viejo para mañana. Feliz hornazo, querido Félix. :)
Transiciones a lo esperado, Lucano, para que siga el ciclo.
Hoy ya es mañana y lo viejo, renovado en su superficie, nos aguarda como si fuera nuevo, Berrendita. Disfruté el hornazo.
Cordialmente,
Félix
Todo viene y va. Eso es por que nosotros vamos y venimos. Entonces será bueno.
Siempre ahí, Jose. Siempre pendientes aunque vayamos o vengamos.
Cordialmente,
Félix
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