¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


jueves, 25 de septiembre de 2008

Una fábula

Están entre nosotros, -y seguirán mientras haya quien les dé pábulo-, esos que van presumiendo de honestidad sin el menor recato pero que, al menor descuido, se dejan ver el trasero, descubriéndonos sus miserias y sus soledades, enseñándonos la crudeza de su auténtica realidad.

...
...




... Lo siento, pero no puedo. No consigo contenerme pues me falta flema. Y, para no errar, lo mejor es retirarse.

Son muchas las cosas que hubiera escrito. Son tantos los calificativos que se agolpan en mi consciencia luchando por convertirse en palabras, que podrían llegar a hacer que dolieran los ojos de quienes esto leyeren. Por eso, voy a intentar hacer reflexión serena en intimidad, procurando mantener alejadas todas aquellas tentaciones que seguro llegarían a superarme y, relajando la vesícula para evitar malas secreciones, hacer lo posible por tranquilizarme. Eso sí, mientras intento contener hieles, se me viene a la cabeza una fábula. Sólo eso. Fábula de Samaniego que aprendí cuando niño y que permanecía a la espera de ser recordada. Nada más. Esto será lo que me libere.




LA ALFORJA (Félix Mª de Samaniego. Libro quinto, fábula XX)


En una alforja al hombro
llevo los vicios,
los ajenos delante,
detrás los míos.

Esto hacen todos;
así ven los ajenos,
mas no los propios.

7 comentarios:

sentimientos y locuras dijo...

Normalmente, el falso cae en sus propios errores y engaños. Solo hay que dejarles actuar y obrar para que se descubran.
Que no te roben tus sentimientos y tu manera de expresarte tan bien y que a veces no llego a entender.
Creo que se por donde vas, de todos modos no tengo nada que decir después que el galáctico de las letras ejecuta una obra. ¡¡¡"halfavó"!!!

beatriz dijo...

Lo que tú digas bien está, pero yo hace tiempo que aprendí que la bilis contenida sólo vale para crear úlceras. Así que, mientras no hagas daño a nadie querido: ¡echa sapos y culebras! y, como dice mi madre, "el último que cierre la puerta".
Un besin
B

Lucano dijo...

Hay mucho de cierto en la teoría de los humores, así que como ya pasó el verano de la bilis y no llegó aún el invierno de la flema, bien está que te sirvas de Samaniego.

Ana Pedrero dijo...

No sé qué ha pasado, Félix. Sea lo que sea, cuenta conmigo. Siempre.

Un abrzo.

Félix dijo...

Sí, Jose. Pero, como los cerdos, aun revolcándose en su propia mierda, siguen disfrutando. No importa que se les haya descubierto (ellos lo saben), pues es mayor el placer que sienten si pueden dañar a alguien.

Es lo que tiene la educación tardofranquista, Beatriz, que me impide hacer todo lo que me pide el cuerpo, al menos abiertamente. Por eso lo hago así, subrepticiamente, y descargo mis iras.

Gracias, Lucano. Samaniego, LaFontaine o Calleja, ¿qué más da? Lo que importa es la moraleja.

No ha pasado, Berrendita. Está pasando, ahora y siempre. Pues nunca nos libraremos de estos personajes. Cuento contigo.
Cordialmente,
Félix

Marisol dijo...

pues yo he aprendido que es mejor decir lo que uno piensa,aunque sean sapos y culebras, que si no, sufre mucho el estómago....(no me dan a mí dolores ni nada por no seguir mi propio consejo), de cualquier manera es cierto..."se ve más la paja en el ojo ajeno que una viga en el nuestro"...

Félix dijo...

No sé si sabré, pero en todo caso, gracias, Marisol.
Cordialmente,
Félix