¡Nunca confiaré en los tintes!
Lo único que consiguen es engañarme mientras los demás siguen viendo mi interior.


lunes, 4 de agosto de 2008

De verano


…¡Estás un poco vago, ¿eh?! ¡A ver si escribimos un poco más…! Me decían anteayer a la vista de la dejadez que últimamente se está dejando notar en este diario.

¡Que no! ¡Que no es eso! Lo que pasa es que, mientras mi cana anda por los Mares del Sur raptada por embriagadores cantos de bellas sirenas y aprendiendo de negros corsarios las artes de la navegación para poder pasear con la cabeza alta por el pantalán del puerto mallorquín sin desmerecer a sus habitantes habituales, yo ando por aquí, aún por aquí, poniendo el cogote a favor de sol y recorriendo los secarrales del septentrión ibérico para recordarme que, aunque vago por principio, de cuando en vez tengo que justificar el salario que el estado dedica a mi manutención.

Esta disociación cana-cuerpo es la que está condicionando la falta de ideas para rellenar los huecos que cada jornada van siendo mayores en esta página de irregular trazado. O no encuentro argumentos para elaborar algo mínimamente digerible o, cuando el argumento existe, me provoca tal estado de irascibilidad que prefiero dejarlo para mí solo y no descargar mi furia ante quienes entran aquí a pasear plácidamente sin necesidad de tener que sortear cardos e improperios. Porque en estos últimos días lo único que me hubiera movido a lanzarme a esta arena habrían sido noticias como la de la liberación del diablo, la de las avestruces que hemos enviado a visitar el mayor país del planeta o, por aquello de la afectación local, el desprecio, secular diría yo, al que estamos sometidos por tierra, mar y aire. Porque nadie negará que el tal De Juana sea el diablo, o que estamos escondiendo la cabeza bajo el ala al no querer ver cómo en China llevan tiempo incontable riéndose de la Carta Olímpica y lo seguirán haciendo, o cómo en esta ciudad, a la que quiero irremediablemente, estamos perdiendo trenes, autovías y aviones con la pasividad de todo y de todos. ¡Ah! Y no me olvido de mi pasión, aunque ahora esté sesteando entre los muros calatraveños. ¿No es como para estar desganado?

Y entre las coles mesetarias una lechuga plácida en cada cambio de semana. Sábado de toros y domingo de Semana Santa. Lo de la Fiesta se entiende, pues es ahora su momento. Pero, lo de la Semana Santa… ¡En agosto! ¡Dios mío! ¡Qué locura! Pues sí, toros y nazarenos. Aunque sea en tardes agosteñas cargadas de grados acumulados por las losas de granito de esta Salamanca o al frescor de artilugios acondicionadores que desnaturalizan el aire. Taurinismo en estado esencial que paseará por El Puerto dándonos envidia a los que no podamos presenciarlo y tertulia de velador con la intimidad de un Nazareno puesta sobre el mármol, ¿no es envidiable?

¡Y lo que me queda! Porque este año, entre unas cosas y otras, he comenzado la Semana Santa a mediados de julio. Y, aun así, siento en mis huesos el frío que recorre la calle de la Compañía cuando la primavera cofrade. Y recorro la calle de la Compañía como en primavera para que el frescor conventual de sus muros me resucite la neurona (que ésta sí se ha quedado conmigo) y me inspire en los nuevos compromisos. Sólo eso, inspiración. Pero esta dislocación a la que me somete mi cana me frena y me deja huérfano de ideas. Espero que a su vuelta, tras las regatas, podamos retornar a la vida de diario, la normal, la de siempre. Y volveremos a pasearnos por aquí como si nada hubiera pasado.

6 comentarios:

Lucano dijo...

La cana, o el alma, desayunándose a base de ensaimadas y el cuerpo, o el alma, a la caza de la musa... ¡Esto sí que es hacer el agosto!

Félix dijo...

Pero sólo la cana será la que viaje desde mares paradisiacos a la búsqueda de ensaimada, que no yo. Mi cuerpo, y mi alma, son más de sur, de viento anárquicamente levantisco y no de aguas regias, de arenas ceceantes y no de calas con la ele engolada. Y, por supuesto, de pasear la Compañía en soledad, en busca de las pocas ideas que pudiera haber perdido Don Miguel, que sé que aún flotan perdidas entre San Benito y las chimeneas de Monterrey. Pero no las cazo.
Cordialmente,
Félix

beatriz dijo...

Gracias por abandonar, aunque sea momentáneamente, esa desidia que nos acoge y parece que no nos quiere soltar (no hacemos tampoco gran esfuerzo).

Yo me he dejado atrapar por el sofá este descanso. Parecía un agujero negro, a más masa y energía, más atracción. Y entre las comilonas que me prepara el loco sentimental y las calorías de este agosto...

Por eso me solidarizo con tu desdoblamiento astral, mejor mental.
En mi viaje, me he visto paseando por arena, comiendo con amigos y riendo a carcajada al ver la emoción en los verderones de José.

Un besin.
B

sentimientos y locuras dijo...

Que verborrea, qué orgasmo dialéctico. Madre qué cosa. Te admiro por esa facilidad lingüística. Ole qué palabras más templadas. Voy por puntos.
Llamarlo diablo, esta muy bien definido. Yo no deseo mal a nadie, pero para mi mismo me digo a la hora de hacer una fechoría; José ten cuidado lo que hagas al prójimo, te repercutirá a ti. Siempre el de arriba reparte justicia. Solo hay que dar tiempo.
Por lo taurino, Ay mare. Nerviosito estoy por ver esa galería infinita de obras de arte que se expondrán sobre real Albero.
Y tu bien sabes que para ser cofrade no hay horas, días, semanas, meses. Lo bello es serlo todo el año, y más cuando los demás andan a pájaros y túi estas pensando cosas bonitas para deleitarnos. Ole tú

Ana Pedrero dijo...

De verano, Félix. Cuernos y caperuces de verano, con la piedra dorada de Salamanca escupiendo calor por Compañía, la calle soñada, la calle mágica donde se recorta el Cristo que duerme, sonríe y nos abraza cuando pasa el Lunes Santo. Cuernos y caperuces de agosto, el albero ya caliente de El Puerto, el levante y el poniente, la tertulia prometida, el descanso en las orillas atlánticas donde fueron a morir mis lágrimas Duero abajo, Tormes abajo, qué más da.

Mil besos y mil gracias por tu compañía. Por la Compañía a la luz de las farolas, siempre tan mágica, tan grandiosa, tan a la medida de nuestras pasiones.

Félix dijo...

¿Qué mejor agujero negro, Beatriz, que el hondón del sofá? Lástima que tengas poco tiempo para disfrutarlo, pero, en cualquier caso, aprovecha y vuela, con la imaginación, duplicando tu mente, abstrayéndote de todo y de todos, menos de lo que tú quieras. Al final es el mejor modo de viajar, si no el único.

Me abrumas, Jose. Qué más quisiera yo que saber expresar lo que mi cana siente de la mejor forma. Además, sabes que, como son pasiones compartidas, lo digo con el corazón en la mano (y, a veces, en un puño) y por eso lo entiendes bien.

¿Calor en la Compañía, Berrendita? No, por favor. Que la Compañía, para un cofrade, es la calle del aire y del frío. Aunque sea en agosto. Siempre fría y con las farolas encendidas.
Deja que el Levante se lleve tus lágrimas y tráete, Duero arriba, la sonrisa azul cielo de ese Cái que vivirá siempre en tu corazón.
¡Ah! Y lo de la tertulia sigue pendiente, que lo del domingo fue sólo una toma de contacto, un embrión al que le queda mucha vida. Tertulia a la que está invitado cualquiera que pase por aquí, por supuesto.
Cordialmente,
Félix