Quienes me conocen saben que una de mis pasiones en esta vida, desde casi siempre, ha sido esa semana primaveral en la que muchos rememoramos, de forma tradicional, la Pasión y Muerte de Jesucristo. También celebramos la Resurrección, pero, seguramente porque supone el punto final de nuestro proceso circular en el tiempo, no recibe la dedicación que debiera por nuestra parte. Pero eso es agua de otra cántara.
Dentro del mundo cofrade, al que orgullosamente he pertenecido casi toda mi vida, creo que nunca, o al menos no estuvo en mi ánimo, he pretendido menospreciar a nadie que estuviese en mi cercanía. No sé si lo logré, espero que sí. Por contra, algunos han utilizado el argumento de la "intelectualidad", entre otros, para cargar contra mí en corros parroquianos y corrillos tabernarios. No niego que persiga el conocimiento y que me satisfaga sumergirme en la cultura, pero, por educación o por principio nihilista, jamás he hecho ostentación de estado y si lo hice fue en momentos de inconsciencia, por lo que desde ahora mismo pido todas las disculpas necesarias.
A veces, no puedo negarlo, cierto orgullo soberbio me impulsó a lanzarme contra objetivos poco conocidos y volcar en ellos la ira de mi frustración altanera. No lo hice, pero, en su caso, siempre lo hubiese hecho de tú a tú, sin pretender partir de posición ventajosa. Ahora, creo que la humildad es mejor argumento. Un arma mucho más eficaz que cualquier otra en esta lucha entre personas. Y por ello, humildemente, ruego el perdón de quienes ofendí. Otros me ofendieron y no supieron, o no pudieron, quitarse la máscara de orgullo que les impide reconocerlo ¡Allá ellos!
De lo que soy completamente consciente es de que, como uno más que soy, no me considero preparado para enseñar nada a nadie. Jamás me he considerado suficientemente preparado. Y menos en asuntos del calado que posee la Semana Santa, en los que existen muchos otros, cofrades auténticos, de los que tengo que aprender como diligente alumno.
Nunca he pretendido ser ni sentirme superior. No está en mí esa necesidad. Y aun así, ellos pensarán que vencieron. Que me vencieron. Pues no seré yo quien vaya a sacarles de ese error.
Pero, utilizando su argumento como premisa, ahora podré mirarles por encima del hombro sin remordimiento ni disimulo, pues su posición así me autoriza. Podré sentirme en el otro lado, junto a quienes tantas veces lo hicieron conmigo. Y así sabrán que no me importa, porque, a ciencia cierta, estoy seguro de que se saben inferiores a mí. Y todos esos desequilibrados, imbéciles soberbios fuera de sitio, sentirán envidia. Seguirán sintiendo envidia y alimentando su rencor aunque se vean ganadores.
Pues que se queden con su Semana Santa. Con esa pasión asentada en la prepotencia del ignorante. Que yo tengo mi semana santa y ya encontré mi Pascua.
Dentro del mundo cofrade, al que orgullosamente he pertenecido casi toda mi vida, creo que nunca, o al menos no estuvo en mi ánimo, he pretendido menospreciar a nadie que estuviese en mi cercanía. No sé si lo logré, espero que sí. Por contra, algunos han utilizado el argumento de la "intelectualidad", entre otros, para cargar contra mí en corros parroquianos y corrillos tabernarios. No niego que persiga el conocimiento y que me satisfaga sumergirme en la cultura, pero, por educación o por principio nihilista, jamás he hecho ostentación de estado y si lo hice fue en momentos de inconsciencia, por lo que desde ahora mismo pido todas las disculpas necesarias.
A veces, no puedo negarlo, cierto orgullo soberbio me impulsó a lanzarme contra objetivos poco conocidos y volcar en ellos la ira de mi frustración altanera. No lo hice, pero, en su caso, siempre lo hubiese hecho de tú a tú, sin pretender partir de posición ventajosa. Ahora, creo que la humildad es mejor argumento. Un arma mucho más eficaz que cualquier otra en esta lucha entre personas. Y por ello, humildemente, ruego el perdón de quienes ofendí. Otros me ofendieron y no supieron, o no pudieron, quitarse la máscara de orgullo que les impide reconocerlo ¡Allá ellos!
De lo que soy completamente consciente es de que, como uno más que soy, no me considero preparado para enseñar nada a nadie. Jamás me he considerado suficientemente preparado. Y menos en asuntos del calado que posee la Semana Santa, en los que existen muchos otros, cofrades auténticos, de los que tengo que aprender como diligente alumno.
Nunca he pretendido ser ni sentirme superior. No está en mí esa necesidad. Y aun así, ellos pensarán que vencieron. Que me vencieron. Pues no seré yo quien vaya a sacarles de ese error.
Pero, utilizando su argumento como premisa, ahora podré mirarles por encima del hombro sin remordimiento ni disimulo, pues su posición así me autoriza. Podré sentirme en el otro lado, junto a quienes tantas veces lo hicieron conmigo. Y así sabrán que no me importa, porque, a ciencia cierta, estoy seguro de que se saben inferiores a mí. Y todos esos desequilibrados, imbéciles soberbios fuera de sitio, sentirán envidia. Seguirán sintiendo envidia y alimentando su rencor aunque se vean ganadores.
Pues que se queden con su Semana Santa. Con esa pasión asentada en la prepotencia del ignorante. Que yo tengo mi semana santa y ya encontré mi Pascua.
13 comentarios:
La suya, en prepotentes y grandilocuentes mayúsculas; la tuya, en humildes e íntimas minúsculas, que se agrandan al encontrar tu pascua,la Pascua. A menudo me pregunto por esta discordia, por esta proliferación del "otros", del "otra", frente al "nosotros". Casi nunca me convence la respuesta.
Vaya cambio de acera!!! Haber cuando le metes mano de verdad a los que tanto criticas y dices dos verdades bien dichas ¿o es que tienes miedo de que te las digan a ti tambien? Cuando pides disculpas será por que has hecho algo mal que si no tendrás la conciencia tranquila.
Lo difícil no es que te convenza la respuesta, Lucano, sino encontrarla. Pero...
¿cambio de acera?, anónimo, no sé bien a qué te refieres. No, miedo de conocer la verdad nunca he tenido, y si me tienen que cantar las cuarenta lo aceptaré si llevan razón. Lo que sí te digo es que tengo la conciencia tranquila y que si pido disculpas es por lo que pude hacer sin intención, pues no hay nadie perfecto y todos cometemos errores alguna vez.
Cordialmente,
Félix
Que se queden con su Semana Santa, que como bien dices tu ya tienes la tuya y tu Pascua, pero por favor no decaigas en la puja por algo que realmente te apasiona.
Que esta nueva Semana Santa sea la "nuestra" la de los que desde la humildad y el sentido común intentan vivir la Semana de la Pasión, Muerte y Resurección de Cristo.
Un saludo.
Cierto que me apasiona, Iacobus, pero ahora estoy más por el fondo que por la forma. Aunque la forma sea, para casi todos, lo más importante. Pero no por ello hay que pensar en que me puse trascendental, ni mucho menos.
También es cierto que hace tiempo decidí que con ciertos individuos es mejor tener semanas santas separadas (mal que le pese a Lucano). Y yo lo intento, pero ellos se empeñan en entrometerse en la que no es la suya y no paran de tocar las narices. Qué se le va a hacer.
Cordialmente,
Félix
Félix: quédate con tu Semana Santa y tu Pascua, que en esas no puede meter mano nadie, por muy anónimo que sea o por mucho que tengan la capacidad de convertir espadas en puñales envenenados. A mí, como a Lucano, nunca me convence tampoco la respuesta. Es más, ni siquiera la busco porque nací en territorio caliente de tirios y troyanos y casi siempre me han pillado los tiros por todos los lados. Y da igual lo que digas, da igual lo que pienses: leña al mono, que es de goma. Que es de estos, o de aquellos. Y siempre somos, como en el cine, o "los otros", o "uno de los nuestros". En fin...
Pero tus emociones, tus silencios, tu procesión a solas bajo el caperuz, llevar a tu hija o a tu mujer al lado, ver las piedras naranjas a la hora del amanecer con tus amigos de siempre o el sentimiento que te producen tus imágenes en sus capillas.... eso no te lo puede tocar nadie. Probablemente por eso esta semana sigue siendo santa.
Un abrazo.
Lo intento, Berrendita. Intento disfrutar y disfrutarla, con todo y con todos, pero no siempre es posible. Y, como otros muchos (aunque éstos lo hacen en silencio), voy a ponerme en el otro lado, desde las aceras y vivir las sensaciones que hace tiempo no vivo. Porque este año he decidido hacer la semana santa sin hábito ni caperuz. Pero la viviré intensamente, como siempre.
Cordialmente,
Félix
"Porque este año he decidido hacer la semana santa sin hábito ni caperuz. Pero la viviré intensamente, como siempre."
Permiteme que haya copiado estas palabras tuyas, y decirte que has de ser muy fuerte para hacerlo.
Te voy a contar mi experiencia en un caso parecido hace años, mi mujer fue a la Semana Santa de León y aquel año no desfile con mi cofradía y te puedo asegurar que hubo un momento en que las lagrimas no me permitieron ver mas la procesión, tuve que marcharme y dejar de verla, desde ese momento
comprendí que siempre que mi hermandad saliese a la calle, con ella estaría.
Saludos.
Sé que es duro, Iacobus, pero (y no quiero pecar de orgullo) me veo con fuerza para eso y más. En el fondo, lo de salir en procesión es lo de menos (en algunos casos). Ayer leía que, en ocasiones, en nuestra búsqueda de Dios, nos anclamos en tradiciones y parafernalias que llegan a quedar sin sentido, pues no se remueve su fondo para encontrar "algo más". Y muchos en la Semana Santa se quedan (o nos quedamos) sólo con este aspecto externo, aunque lo nieguen y se den excitados golpes de pecho. ¡Sólo hay que rascar un poquito!
Por todo esto, intentado buscarle sentido, creo que tendré fuerzas más que suficientes.
Cordialmente,
Félix
Es una buena forma de comenzar la Cuaresma. Dentro de poco más de un mes nos encontraremos en Semana Santa, y en la acera o bajo el caperuz las cosas tienen más sentido.
Un abrazo.
Es una semana de reflexión y con reflexión se puede encontrar el sentido de muchas cosas.
Gracias Conchero. Nos veremos esos días, si no antes.
Cordialmente,
Félix
Estimado Félix, tengo el atrevimiento de dirigirte unas palabras pues aunque no sepas quien soy, sí nos conocemos.
Hace ya unos 5 años que abandoné el mundo procesional desde mi querida hermandad universitaria y más o menos la razón fue que el ambiente interior de las cofradias se me hizo insoportablemente fétido y no digamos las puñaladas traperas que se dan entre ellas.
La última vez que salí descubrí que mi fe no se vivía en un ambiente así.
Si bien la fe tiene un sentido católico cuando se comparte y se hace comunitaria, lo que no tolero es a los mercachifles catedráticos de su nada como hermanos de fe.
He llorado y sigo llorando al paso del Cristo de Luz, al encerrar a nuestra Madre de la Sabiduría... Pero aún así no volveré a desfilar.
Me he convertido en celebrador de la Pascua florida, en un enamorado de la Cuaresma como camino preparatorio y un devoto procesional como instrumento para impregnar de fe las calles y gentes de Salamanca. Pero todo con el sentido único de aceptar que la razón de la existencia de mi fe es un crucificado por amor al hombre y un resucitado de esperanza en el ser humano.
Vive tu Semana Santa y celebra tu Pascua. Seguramente haya más gente en esa procesión interior que en la de los cabezudos orgullosos de su estupidez.
Por terminar y aclarar, sé que hay mucha gente dentro de las cofradías que sois maravillosos y una prueba está en estos comentarios. Por eso salgo a veros y por eso rezo con vosotros desde la acera.
Ojalá algun día encuentre motivos para volver a cargar con mi cruz penintencial, a veces la necesito.
Saludos
Gracias por tu visita, Gorky.
Como tú dices, no soy consciente de conocerte, pero no por ello tienes que pedir permiso para entrar a donde las puertas siempre están abiertas.
No. No quiero, ni he querido nunca, confundir fe y tradición, aunque a veces estén tocándose con íntima fuerza. Porque sé que la fe es cosa que va mucho más allá de esta semana al año y que cuando vivo esta tradición, ligada a mis creencias, por supuesto, en esos momentos no sabría con claridad decirte lo que embarga mi interior. Y, ¿eso es fe? seguramente no. Es más una sensación personal que cada uno de nosotros describiría de forma diferente. Y todo eso, que tu también vives y has vivido, nada tiene que ver con el mundo cofrade. Con ese día a día que, con sus envidias, puñales, místicos de pacotilla y catedráticos procesionales, también es parte importante de la realidad de una cofradía. Mal que nos pese.
Por eso, creo que haces bien en seguir viviendo la Semana Santa, desde las aceras o desde cualquier otro sitio, pero siempre en tu intimidad, con tus sensaciones y tus lágrimas.
Cordialmente,
Félix
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