Cuando éramos niños, mi madre, momentos antes de comenzar algún periplo de visita a casa de amistades o familiares, pasaba revista y daba las últimas instrucciones a los que, colocados por edades, nos alineabamos junto a la puerta en el zaguán de casa. -Hablad sólo cuando se os pregunte; no hagáis ruido ni os movais sin necesidad...-
Son polvos que, y no quisiera pecar de inmodestia, han traído unos lodos que casi siempre me han hecho sentirme orgulloso, aunque a veces los eché de más y hubiera deseado no tener tanto reparo en reaccionar de forma tan airada como he visto en quienes "presumen" de una educación menos esmerada, si es que la mía lo fue. Porque hay veces en que se ven pasar los acontecimientos como mero espectador pero uno quisiera ser partícipe de ellos y la educación lo impide, haciendo que nos cubra una sensación de enrojecimiento que bien podría ser cobardía.
A veces siento que necesitaría ser más maleducado para poder hacer con descaro lo que el pudor me impide.
A veces siento que necesitaría ser más maleducado para poder hacer con descaro lo que el pudor me impide.
1 comentario:
Félix venga, va manda a tomar... al que sea. No fastidies. jeje
La educación es lo primero y con ella se abren muchísimas puertas.
Jo escribe mas que nos tienes perdidos.
Publicar un comentario