¡Hoy es la noche! Esa noche mágica que todos los años consigue que mi republicana Cana se transforme en admiradora de la monarquía más mágica. Noche en la que se juntan todos los deseos y se envían, por medios cada vez más sofisticados, a un lejano lugar que imagino cálido, estrellado y rodeado de palmeras, un vergel en medio de un desierto más allá del más lejano Oriente. Noche en la que vuelvo a mi infancia y sólo veo niños por las calles, mientras esperamos su paso para gritarles nuestra cariñosa admiración y recoger todos sus presentes envueltos en crujiente celofán y forma de caramelo. Noche en la que siempre acumulo lágrimas en el fondo de mi alma para poder liberarlas mañana, junto a una emoción que siempre me costó controlar. Porque no hay nada como disfrutar de los más queridos mientras rasgamos los envoltorios de esos regalos que han llegado al pie de la chimenea merced al mucho amor y al poco dinero. Que hay reyes que andan con las alforjas tan llenas de cariño que se olvidaron de meter en ellas las monedas. Pero, como siempre, serán esas, las pequeñas cosas que han sido adquiridas con más ilusión que billetes, las que harán que las lágrimas guardadas esta noche pugnen por salir arrebatadas para ser las primeras en caer sobre el protector papel de colores. Y yo, manteniendo el tipo, intentaré retenerlas para que no me estropeen el momento. Que no son ellas las protagonistas.
¡Hoy es la noche! E intentaré aguzar el oído para interpretar cualquier pequeño ruido y así confirmar que son ellos y no otros los que han entrado a dejarnos lo mejor para todo el año que ahora estrenamos. Pero, como siempre, sólo alcanzaré a vislumbrar alguna sombra por la ventana que mis ojos somnolientos y enlegañados verán como varios camellos alejándose hacia otros destinos, aunque no sea más que algún vecino tempranero paseando a su mascota. Porque nunca llegué a verlos y no creo que lo consiga jamás, pero mi Cana me dice que ella sí los ha visto, que habló con ellos y que le dijeron que alguna vez, sólo alguna vez, fui bueno.
¡Me voy corriendo a sacar brillo a los zapatos!
3 comentarios:
A mi ya me vinieroooooooooooón!!!
Y me hizo una ilusiooooooooooón !!!
Acabo de descubrir su paso mágico por casa. En el hospital también los sentí, en el rostro de esos pocos niños que tuvieron que robarle al sueño unos minutos. Seguro que los Magos no se lo han tenido en cuenta.
Jose, ¡que te vinieron adelantados! Seguro que fueron los que pasaron por mi pueblo, que en la tarde del día cuatro ya estaban de cabalgata.
Lucano, por aquí también pasaron aunque yo, como siempre, no fui capaz de despertarme para espiarles. Otro año será.
Cordialmente,
Félix
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