Creo que ya sé por qué me cuesta tanto escribir últimamente.
Carezco de una línea argumental definida que me aporte ideas y el eclecticismo de que hago gala lo traigo hasta estas páginas dejando que las gobierne. Y así, sin tener las cosas claras, es imposible hacerlo bien.
Pero, por otro lado, ¿qué necesidad tengo de limitarme en lo que yo pueda contar? Prefiero hablar de todo un poco aunque la cosa no sea todo lo homogénea que a muchos gustaría. Rectilíneamente homogénea.
También es cierto que esto es algo que nunca debió suponer obligación y que, aun buscando alcanzar destinos, nunca fue pensado ni para muchos ni para premios. Porque, en definitiva, ¿a quién le pueden interesar mis cosas? ¡A mis amigos! Pues a ellos se las cuento. Eso es lo que me gusta de esto.
Y de entre ellos, alguno habla asiduamente de toros, otra nos cuenta cómo hacer para decorar fotos y sus correspondientes álbumes (lo que los expertos llaman scrapbooking), hay quienes nos cuentan su día a día laboral o también quienes nos mantienen informados de su Semana Santa zamorana o sintieron la suya salmantina. Incluso quien tiene la vida tan organizada como para contárnosla de forma tan atractiva como envidiable. Y yo aquí, con un poco de todo en esta cabeza. Mezclando churras con merinas y dejando que luego se separen por sí solas. ¿Será así todo en mi día a día?
Sé que podría hablar de toros, pero nunca alcanzaría a rebasar el borde inferior del zapato de Jose. Podría hacerlo de Semana Santa aunque cada día conozco menos y me alejo más, no como Alberto o Tomás. Podría contaros cosas de fotografía (no de scrap, que se me escapa, como ya he dicho otras veces y se lo dejo a Marisol), pero ¡anda que no hay buenos fotoblogs por ahí! Y, por supuesto, podría servir este diario para volcar en él mis decepciones laborales, que son mi vida, pero eso ya lo hago en otros foros y no es cuestión de dar aquí una impresión equivocada y poco interesante.
Así que, en esta volubilidad que me absorbe, no sé si seguir como hasta ahora, inconstante en temas y horarios, o marcarme unos objetivos que me encorseten en argumentos y calendario para cumplir unos objetivos casi empresariales. Esta duda está rondando mi cana de un tiempo a esta parte. Esta duda está obligándome, casi compulsivamente, a buscar algo original para esta bitácora. Esta duda me tiene en vilo. Y, al final, no tengo ni idea de cuál será el futuro. ¿Me replanteo una revolución? ¿Abandono? ¿Me dedico a contar idas y venidas de las vicuñas en el altiplano? ¿O mis monótonos desayunos de café y pincho?
No sé cómo hacer para dejar en paz mi conciencia electrónica (que la otra está en calma, a dios gracias).
Seguro que un día de estos me decidiré. Y quien esto lea será el primero en enterarse.
Pero,... a ver si es que no tengo nada que contar ¿?